¡EL GOBIERNO DE LA SELVA!
FÁBULA.
Se reunieron los animales de la selva, para nombrar a su rey, porque supuestamente se encontraban cansados de que el león lo fuera. Algunos envidiosos, que le tenían arrechera al león aprovecharon esta coyuntura para acusarlo de haberse comido una cebra a escondidas de las demás fieras y lo confinaron en su cueva.
Prepararon democráticamente la designación del nuevo soberano. Como las alimañas contaban con una cantidad mayor de participantes, el candidato por ellas presentado se hizo del triunfo. Seleccionaron a su candidato, la rata y este se hizo del trono.
Claro el pobre roedor no tenia ni la más prostituta idea de que pudiera ser triunfador en la contienda, por un lado su fracasado perfil, su trayectoria sin nada trascendental que exhibir: un verdadero bueno para nada, pero chilló con un lenguaje que caló entre las demás alimañas y atrajo otros especímenes que si bien se habían nutrido con la carroña de los anteriores, no podía desaprovechar la oportunidad que se les presentaba de alcanzar posiciones relevantes con el nuevo mandamás de la selva, ya que éste si acaso contaba con algunos gorilas, igualmente sin trayectoria ni nada importante que exhibir.
Luego de que la rata alcanza su posición conforma su gobierno rodeándose de los más
Despreciables animales, hienas, importó sapos de otras selvas, cucarachas, pirañas, serpientes, zamuros, bueno, sabandijas de todo tipo, ¡Ah! Y por supuesto los monos, las focas y lo inefables gorilas. De esa forma instauró una dinastía de animalejos a los que desde su mismo inicio se les noto su incapacidad y su actitud revanchista para el resto de la fauna que integraba aquel rico y hermoso paraje selvático.
Los chillidos del roedor, su actuación, así como la de sus lacayos daban a entender que su odio hacia los demás animales superiores se debía a su disminuida condición y comenzaron radicalizar su miseria. Pero lo más grave es que los leones, los leopardos, los tigres, las panteras, desde el primer momento comenzaron a rugir y llevan varios años en eso, rugiendo, y de tanto hacerlo, ya parecen gatitos, solo maúllan. Los loros y las guacamayas hablaban mucho, pero ya les están cerrando el pico, y el resto de la fauna da la impresión que se están resignando, porque cada día que trascurre los atropellos se hacen más radical y su reacción es de dóciles corderos.
Pobre selva, de eso continuar, muy pronto se convertirá en el más árido desierto.
Moraleja ¡Es que cualquier animal no puede ser el rey de la selva!
Luis Varela Luzardo
Se reunieron los animales de la selva, para nombrar a su rey, porque supuestamente se encontraban cansados de que el león lo fuera. Algunos envidiosos, que le tenían arrechera al león aprovecharon esta coyuntura para acusarlo de haberse comido una cebra a escondidas de las demás fieras y lo confinaron en su cueva.
Prepararon democráticamente la designación del nuevo soberano. Como las alimañas contaban con una cantidad mayor de participantes, el candidato por ellas presentado se hizo del triunfo. Seleccionaron a su candidato, la rata y este se hizo del trono.
Claro el pobre roedor no tenia ni la más prostituta idea de que pudiera ser triunfador en la contienda, por un lado su fracasado perfil, su trayectoria sin nada trascendental que exhibir: un verdadero bueno para nada, pero chilló con un lenguaje que caló entre las demás alimañas y atrajo otros especímenes que si bien se habían nutrido con la carroña de los anteriores, no podía desaprovechar la oportunidad que se les presentaba de alcanzar posiciones relevantes con el nuevo mandamás de la selva, ya que éste si acaso contaba con algunos gorilas, igualmente sin trayectoria ni nada importante que exhibir.
Luego de que la rata alcanza su posición conforma su gobierno rodeándose de los más
Despreciables animales, hienas, importó sapos de otras selvas, cucarachas, pirañas, serpientes, zamuros, bueno, sabandijas de todo tipo, ¡Ah! Y por supuesto los monos, las focas y lo inefables gorilas. De esa forma instauró una dinastía de animalejos a los que desde su mismo inicio se les noto su incapacidad y su actitud revanchista para el resto de la fauna que integraba aquel rico y hermoso paraje selvático.
Los chillidos del roedor, su actuación, así como la de sus lacayos daban a entender que su odio hacia los demás animales superiores se debía a su disminuida condición y comenzaron radicalizar su miseria. Pero lo más grave es que los leones, los leopardos, los tigres, las panteras, desde el primer momento comenzaron a rugir y llevan varios años en eso, rugiendo, y de tanto hacerlo, ya parecen gatitos, solo maúllan. Los loros y las guacamayas hablaban mucho, pero ya les están cerrando el pico, y el resto de la fauna da la impresión que se están resignando, porque cada día que trascurre los atropellos se hacen más radical y su reacción es de dóciles corderos.
Pobre selva, de eso continuar, muy pronto se convertirá en el más árido desierto.
Moraleja ¡Es que cualquier animal no puede ser el rey de la selva!
Luis Varela Luzardo
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