¡EJEMPLOS, NO CONSEJOS!
Cuando yo tenía cinco años de edad, mi padre me enseñaba a fumar, a beber aguardiente, a irrespetar a los mayores y decirle groserías a mi madre. Porque el decía que así se hacían los hombres.
La miseria de mi hogar fue lo más inclemente. El individuo murió, (causas, las obvio) Mi madre a pesar de haber heredado solo un engendro puesto que eso era yo; analfabeta, sin recurso de ninguna naturaleza, laborando como sirvienta me enseñó, no con consejitos, ni con mimos, ni con dejarme hacer, si no con castigos a veces un poco rudos, pero que fueron necesarios para hacer cambiar esa actitud canallesca que mi padre había sembrado en mi.
Como para mi bien, los castigos aplicados por mi madre fueron fructíferos, los apliqué para el momento de formalizar mi hogar. Me nacieron cinco hijos, los hice profesionales universitarios en diferentes carreras, pero aparte de esto mi más grande orgullo es la formación moral que tuve la oportunidad de brindarles para su bien y además porque los ejemplos tienen mucho mas valor que todas la toneladas de consejos que se puedan dar.
Los padres son el espejo donde los hijos se miran. Créanme que lamento el descenso moral en que han caído las sociedades del mundo y por el camino que va la degradación de los valores parece que se hace inminente.
Existen dos sectores culpables del nacimiento de la nueva Sodoma y Gomorra global. Las Leyes y los magistrados alcahuetes e indignos y los padrotes y no padres de familia pusilánimes, permisivos y tolerantes de las desviaciones de sus hijos.
Luís Varela Luzardo
La miseria de mi hogar fue lo más inclemente. El individuo murió, (causas, las obvio) Mi madre a pesar de haber heredado solo un engendro puesto que eso era yo; analfabeta, sin recurso de ninguna naturaleza, laborando como sirvienta me enseñó, no con consejitos, ni con mimos, ni con dejarme hacer, si no con castigos a veces un poco rudos, pero que fueron necesarios para hacer cambiar esa actitud canallesca que mi padre había sembrado en mi.
Como para mi bien, los castigos aplicados por mi madre fueron fructíferos, los apliqué para el momento de formalizar mi hogar. Me nacieron cinco hijos, los hice profesionales universitarios en diferentes carreras, pero aparte de esto mi más grande orgullo es la formación moral que tuve la oportunidad de brindarles para su bien y además porque los ejemplos tienen mucho mas valor que todas la toneladas de consejos que se puedan dar.
Los padres son el espejo donde los hijos se miran. Créanme que lamento el descenso moral en que han caído las sociedades del mundo y por el camino que va la degradación de los valores parece que se hace inminente.
Existen dos sectores culpables del nacimiento de la nueva Sodoma y Gomorra global. Las Leyes y los magistrados alcahuetes e indignos y los padrotes y no padres de familia pusilánimes, permisivos y tolerantes de las desviaciones de sus hijos.
Luís Varela Luzardo
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