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28 de diciembre de 2009

LA PENA DE MUERTE





¡LA PENA DE MUERTE!


Eso de la pena de muerte suena un poco radical y lo más grave puede ser el que apersonas inocentes le puedan quitar su vida, ya que si la gran mayoría son culpables también algunos inocente son condenados.

Primer paso a dar por los gobiernos sería construir en cada país centros de rehabilitación, tomar grandes extensiones de terrenos, construir, talleres en todas las áreas, centros de cría de ganado, porcinos, caprinos, aves, etc., áreas para cultivos, o sea sitios donde el supuesto delincuente sea una unidad productiva, que le de beneficio tanto al estado como a la sociedad.

Se eliminaría de esta manera primero el hacinamiento en las cárceles, segundo, el estar manteniendo a individuos que aparte de haber cometido delitos se les beque y se les incentive con darle el beneficio de la vagancia para que desde las mismas cárceles inventen y dirijan delitos a través de los cómplices que se encuentra libres. ¡Control de fugas! Tres cercados paralelos con la del centro electrificada.

Que se les abra juicio a los jueces venales que alegremente libere a un delincuente, (y de estos son una gran mayoría) y se les haga cumplir la condena que el delincuente era acreedor, ya que la actuación de estos “magistrados” es la causa para la extendida corrupción de las autoridades preventivas,(léase policías) ya que estos al ver que su deseo de servir, su riesgo y su esfuerzo son desechados por los que deben aplicar la ley, simplemente se pliegan al delito.

Por lo regular la gran mayoría de las personas que integran los cuerpos policiales (sobre todo en Latinoamérica) son hombres y mujeres que necesitan un estatus de subsistencia para si y para su familia, mas priva esto que la vocación o profesionalización policial. Entonces, estos muchos no comprometidos con esa mística, son fácilmente absorbidos por el delito. De que les vale exponerse a morir

en un enfrentamiento si su riesgo no es recompensado, se hacen amigos de los delincuentes, les señalan los lugares donde se harán los operativos de control, en muchos casos hasta les alquilan las armas que el estado les asigna y tienen en los delincuentes una fuente más de ingreso para compensar su condición de mudo, sordo y ciego.

Solo con esa dos simples medidas, se cierran las cárceles y los delincuentes pasaría de ser parásitos del estado a ser una fuente de producción y como saben que van a cumplir su condena trabajando duro y con el solo beneficio de su alimentación y su traje de rayas, les aseguro que por lo menos lo pensarían dos veces antes de delinquir.

¡Todos los problemas tienen su forma de resolverlos, lo que hace falta son los hombres y mujeres idóneos y con voluntad para hacerlo!

Luís Varela Luzardo

ESA TORTA ES NUESTRA DISFRUTÉMOSLA



¡ESA TORTA ES NUESTRA, DISFRUTÉMOSLA!

Debo empezar por decir que buena parte de los militares no está contaminados por esa podredumbre que esta carcomiendo a buena parte de las estructuras morales que algunos venezolanos vendidos al mejor postor unos, (y entre ellos algunos gorilas de esa institución) y sinvergüenzas ignorantes otros, están disfrutando de lo que nuestra riqueza les proporciona. Lo que ocurre con gran parte de los militares es que no van a poner en juego su futuro, su carrera, para complacer a los que en buena parte fueron causantes de esta desgracia a resolverles el problema que de manera irresponsables se crearon los civiles.



Que yo sepa, los militares no salieron ha hacer propaganda por este individuo en el año 98, los militares no votaban en esa oportunidad. Los militares no se opusieron a que votáramos por otro candidato, las veces que estos procesos se han presentado. La culpa de esta aberración la tienen los que de manera irresponsable lo colocaron allí.



¡Ah! Pero resulta que ahora son los militares los culpables, yo sería el primero en generalizarlos en su comportamiento servil y vendidos, igual que traidores a la patria; el día que los civiles nos decidamos a tomar las calles, sin violencia, pero en forma permanente y con coraje, día y noche sin regresar hasta ver cumplido nuestro objetivo, y no en forma espasmódica en horas laborables de lunes a viernes, y pintándonos las manitos con pintura blanca y que ellos, los militares se prestaran para enfrentar al pueblo.



Así, con este comportamiento adverso para con la población civil si se merecen el repudio y el desprecio de la sociedad. Mientras tanto, creo que es injusto que adoptemos este comportamiento negativo y en oportunidades con expresiones de odio contra la gran mayoría de estos profesionales que tal vez hasta se encuentren más asqueados que mucho de nosotros, pero que tampoco son bolsas para lanzarse a corregir lo que irresponsablemente otros iniciaron y que con poca decisión y hasta con conformidad han soportados durante diez años.



Aclaro, no he sido militar, ni tengo familiares militares, pero entiendo que ellos son parte del mismo pueblo al que pertenecemos, tienen familia, padres, esposos, hijos, hermanos, y les aseguro que son mucho, pero muchos más los dignos, decentes y honestos, que los que reptan a los pies del amo.




Luís Varela Luzardo

¡LOS CONEJITOS!



¡LOS CONEJITOS!

Dos conejitos paseaban por el bosque y a uno de ellos de color negro se le ocurrió penetrar en un agujero que había por la vera, su compañerito que era de color blanco no tuvo interés en acompañarlo en su aventura y esperó, al cabo de un rato el conejito negro salió del agujero y el conejito blanco le preguntó:

-¿Qué encontraste dentro de la madriguera?

El conejito negro le contestó:

-Había dos zorros negros y cuatro zorritos.

-No entiendo como no te comieron, dijo el conejito blanco.

-Hasta jugué con los cachorrito, se portaron muy bien.

-Espérame voy a entrar.

El conejito blanco se introdujo dentro del agujero y el conejito negro esperó, al poco rato salieron los zorros con sus crías llevando el padre entre sus fauces al conejito blanco muerto.

El conejito negro les preguntó:

¿Porqué hicieron eso, yo entré y ustedes se portaron muy bien conmigo.

El papá zorro respondió:

¡Racismo, amiguito racismo!

Moraleja: La curiosidad debe estar acompañada por la prudencia.

Luís Varela Luzardo


18 de diciembre de 2009

VALORES HUMANOS




EL CARÁCTER

Créate buenos hábitos y ellos guiarán tu vida
Transformar la imagen de una personalidad emprendedora, llena de energía, de fuerza y vitalidad, a una forma de ser propia y natural.
El tener carácter implica una decisión firme y una férrea voluntad para proponernos objetivos y alcanzarlos en la medida de nuestras posibilidades, el cultivo de los buenos hábitos, la actitud positiva hacia el trabajo y el esfuerzo por dominar a nuestros impulsos y al egoísmo.

El transformar la imagen de una personalidad emprendedora, llena de energía, de fuerza y vitalidad, a una forma de ser propia y natural, es sin lugar a dudas, algo atractivo para cualquier persona. Con cierta facilidad podríamos calificar si una persona tiene carácter o no, dependiendo de las actitudes que consideramos como positivas, o en su defecto, con falta de firmeza y según sea el caso. Esta valoración que hacemos de los demás, ¿la hacemos para nuestra persona sin tratar de engañarnos nosotros mismos?

En algunos momentos se ha malentendido el "tener carácter" como sinónimo de rudeza, prepotencia, altanería, u obstinación. Por otra parte, no siempre se ha identificado la falta de carácter con las quejas continuas por el trabajo y todo lo que implica, las labores domésticas los estudios... y en general de todo aquello que de alguna manera nos incomoda.

Una persona con carácter tiene retos constantes, no contra los demás, sino para consigo mismo. Cada reto personal es una manera de forjar un carácter recio, firme y decidido, incapaz de detenerse ante los obstáculos, de lamentarse por el cansancio o cuando las cosas salen mal.

Podemos revisar algunos aspectos de nuestra vida, que seguramente nos ayudarán a descubrir si estamos formando adecuadamente nuestro carácter:

En la oficina, la escuela o en el hogar y con todas sus variantes ¿Cómo es nuestro trabajo? Hablamos de trabajar con intensidad, sin perder demasiado tiempo en el café o en la plática, procurando hacer las cosas en el momento, sin detenernos a buscar si hay algo más fácil que hacer. Además es necesario considerar como un deber, el terminar todo lo que hemos comenzado sin distraernos en otra cosa, aunque estemos cansados y procurando hacerlo lo más perfecto posible.

Lo propio siempre será asumir siempre nuestra responsabilidad en cualquier caso, lo que nos lleva a evitar mentir o dar pretextos y justificaciones cuando cometimos un error por negligencia. En este rubro se considera el evadir algunas tareas que nos son particularmente desagradables, como aparentar demasiado trabajo para que nuestro jefe no nos asigne una tarea extra para el día de hoy.

De alguna forma todo aquello que tenemos en nuestro interior, lo manifestamos muchas veces sin darnos cuenta: los días pasarán lentamente si continuamente estamos pensando en que llegue el fin de semana para liberarnos, y así dedicarnos a descansar, ponernos cómodos y divertirnos, en pocas palabras: pereza.

Poca fortaleza interior se ve reflejada en las quejas que hacemos por todo: la cantidad de trabajo, del clima, del tráfico... si algo solucionamos, adelante.

Nuestro trato a los demás siempre debe ser cordial, y no sólo eso, hay que evitar por todos los medios criticar o que se haga crítica de las personas. Esto sólo refleja envidia y vano amor propio.

Para formar el carácter es necesario tener dominio sobre nuestra persona, mediante pequeñas, pero continuas acciones que hagan más fuerte nuestra voluntad, principalmente:

- Hacer pequeños esfuerzos que nos ayuden a dominar nuestros gustos y caprichos. Como levantarse 10 minutos antes de lo normal, comer un poco menos de aquello que más nos gusta, ver menos tiempo la televisión o en su defecto ver el noticiero completo.

- Hablar bien de las personas, siempre.

- Llegar al trabajo o a la casa con una sonrisa.

- Saludar con educación y cortesía a todas las personas.

- Aprender a escuchar y considerar las opiniones y consejos que nos dan.

- Pedir perdón si ofendimos o hicimos pasar un mal momento a alguien por nuestro mal humor.

- Hacer con empeño las cosas que consideramos poco agradables. Si nos confían algo, es porque se tiene la confianza de que esta en nuestras posibilidades realizarlo.

- Cumplir con las promesas y compromisos que hemos hecho.

- Proponerse varios retos personales: como trabajar mejor, aprender algo nuevo, mejorar nuestro trato hacia los demás, etc.

La persona que verdaderamente tiene carácter no ve obstáculos, sino retos; domina sus impulsos para ser dueño de su voluntad: conserva amistades y relaciones por los valores que transmite; encuentra alegría en lo que hace, sin conformarse con ser feliz a través de los placeres pasajeros.


EL LIDERAZGO

Créate buenos hábitos y ellos guiarán tu vida
Todo líder tiene el compromiso y la obligación de velar por la superación personal, profesional y espiritual de quienes lo rodean. Es una responsabilidad que como personas debemos asumir.
Por lo general se reconoce la figura de un líder por ser quien va a la cabeza, sobre sus hombros tiene la responsabilidad de llevar adelante todo género de proyectos, distinguiéndose por ser una persona emprendedora y con iniciativa, con la habilidad de saber transmitir sus pensamientos a los demás, comprensión de las personas y la desarrollada capacidad de conjuntar equipos de trabajo eficientes. ¡Aquí no encaja Chávez!

Ante esta perspectiva, puede parecer que este nivel de personalidad sólo está reservado para unos cuantos, lamentablemente, pocas personas saben que un liderazgo efectivo no esta expresado por un nombramiento o designación específica. ¡Aquí si encaja Chávez!

En todos los equipos de trabajo -desde los escolares hasta los de alta dirección de empresas- encontramos al menos a una persona, que sin tener el peso de una responsabilidad, sobresale por su iniciativa, amplia visión de las circunstancias, gran capacidad de trabajo y firmes decisiones; sus ideas y aportaciones siempre son consideradas por la certeza y oportunidad con que las expresa; por otra parte, se distingue por su facilidad de diálogo y la habilidad que tiene para relacionarse con todos dentro y fuera del trabajo. ¡Aquí no encaja Chávez!

Este tipo de personas sobresalen, además, por poseer un cúmulo de buenos hábitos y valores: Alegría, amabilidad, orden, perseverancia (entre muchos otros), despertando en nosotros admiración y respeto. En otras palabras: son un digno modelo y ejemplo de personalidad. ¡Aquí no encaja Chávez!

¿Por qué no ser nosotros ese modelo? Pocas veces somos conscientes de ser observados por los demás, constantemente estamos en un escaparate donde las personas perciben nuestra conducta y proceder. Los grandes líderes guerreros de la antigüedad eran respetados y apreciados por ser los primeros en lanzarse a la batalla. De igual manera, cada uno de nosotros debemos ir por delante, seamos o no, cabeza de familia, empresa, equipo de trabajo o agrupación. En contadas ocasiones, o nunca, pensamos en la responsabilidad que como personas tenemos. A decir verdad, todos podemos y debemos ejercer un liderazgo desde nuestras particulares circunstancias: ¡Aquí no encaja Chávez!

- Los padres de familia guían, conducen y ejercen autoridad, en sus manos está la educación de toda la familia; deben ser un verdadero modelo de valores y buenos hábitos, por lo cual, enseñan a sus hijos a vivirlos para convertirlos en personas de bien. A su vez, los hijos mayores participan con sus padres en la educación de los hermanos menores, son muchas cosas las que pueden hacer: enseñar a estudiar, jugar, hacer amigos, obedecer y respetar a sus padres... ¡Acaso aquí encaja Chávez!

La familia en conjunto vela por la protección, cuidado y dirección de todos los miembros; es ahí donde se aprende a conocer, comprender y a tratar a las personas, cualidades indispensables para forjar a los verdaderos líderes de un futuro que está en puerta. ¡Aquí no encaja Chávez!

- En tu trabajo -y tal vez sin palabras- todos esperan que seas tu quien pueda orientarlos para hacer y cumplir mejor con sus labores, porque eres ejemplo de dedicación, esfuerzo, compañerismo, responsabilidad, y sobre todo, de siempre presentar un trabajo bien hecho. ¡Aquí no encaja Chávez!

- ¿No eres acaso confidente de tus amigos? Todos ellos acuden pidiendo un poco de tu tiempo para ser escuchados, buscando tu consejo y comprensión, a veces, más que "solapar" sus errores, buscan de ti la solución adecuada. Por eso debemos procurar que nuestras pláticas tengan sentido, que no sea una costumbre hablar sólo de cosas superficiales; expresa tus ideas sin temor, tu tienes la capacidad de hacer que la vida de tus amigos cambie para bien. ¡aquí no encaja Chavez!

Ahora que somos conscientes del papel que desempeñamos, no debemos cometer el error de actuar con temor a equivocarnos, o caer en el extremo opuesto que sería simplemente guardar las apariencias. Nuestra conducta debe ser congruente a nuestros pensamientos y palabras. ¡Aquí no encaja Chávez!

Nadie es "capaz de dar lo que no tiene", por eso, el liderazgo implica un reto constante de superación, en todos los aspectos que se relacionan con el desarrollo completo y armónico de la persona: personal (valores y hábitos), profesional, social y espiritual. Por consiguiente, un verdadero líder:

- Considera que primero están los demás y evita a toda costa convertirse en el centro de atención, por lo tanto, jamás piensa en su beneficio personal.

- Se preocupa de las personas, procura estar pendiente del bienestar personal, moral y espiritual de cada uno de quienes lo rodean.

- Siempre toma en cuenta las opiniones y el sentir de sus allegados, de esta manera cuenta en todo momento con una excelente respuesta de sus hijos, colegas, subalternos, discípulos y amigos.

- Da gran importancia al trabajo en equipo, de ahí que siempre hace énfasis en la labor realizada por el grupo. ¡Acaso aquí encaja Chávez!

Ser líder no es una postura o un galardón para lucir, es un compromiso, una responsabilidad y una obligación, no hay que olvidar que "todo cargo es una carga". No podemos ser indiferentes ante las atrocidades, la injusticia y la creciente amenaza de una falta de valores, hoy en día se necesitan hombres y mujeres decididos a cambiar la forma de vida de la sociedad. Es un gran reto, sí, pero la esperanza de un mundo mejor, debe alentarnos a ser los líderes de esta gran empresa. Acaso aquí encaja Chávez!

¿Hay algo más auténtico para determinar que Chávez jamás será un líder? No pasará de ser un vulgar caudillito de tercera categoría.



EL ORDEN


Créate buenos hábitos
y ellos guiarán tu vida


A todos nos agrada encontrar las cosas en su lugar, pero lo más importante es el orden interior y es el que más impacta a la vida.
Es muy fácil dejar cautivarse por la primera impresión. Eso todos lo sabemos. Pero el orden es un valor en el cual fácilmente podemos percibir la parte más superficial del mismo. Por supuesto que a todos nos agrada encontrar las cosas en su lugar, ver un sitio limpio y donde cada cosa tiene su propio espacio. Sin embargo el orden es algo mucho más profundo que eso.

El orden externo de la persona, de su espacio de trabajo, de su casa o incluso de su automóvil, son muy importantes, es cierto, pero lo más importante es el orden interior y es el que más impacta a la vida.

Sin duda todos conocemos a gente desordenada que olvida pagar sus cuentas, o que no sabe colocar sus prioridades adecuadamente en la vida y que termina generando un desastre en su propia vida y en la de los demás.

Adquirir el valor del orden va mucho más que acomodar cosas y objetos, es poner todas las cosas de nuestra vida en su lugar. Por ejemplo nadie sale del trabajo a media mañana para ir a jugar un partido de base ball con los amigos, tampoco a nadie se le ocurre amar perdidamente a su mascota y desatender a sus hijos. Sin embargo el desorden puede estar disfrazado muy sutilmente y es fácil darle tres o cuatro horas más al trabajo y no estar con la familia, y uno puede sentirse muy tranquilo porque "está poniendo en orden sus prioridades". Si, el trabajo es importante, pero tiene su espacio y sus límites. Igualmente ocurre con aquella persona que decide no tomar una oportunidad única de trabajo porque le implica sacrificar un poco de su familia. El valor del orden debe ayudarnos a darle a cada cosa su peso, a cada actividad su prioridad. A cada afecto el espacio que le corresponde.

El orden interior se refleja en todas nuestras cosas. Si recreamos nuestra imaginación en fraguar proyectos un tanto inalcanzables, nos entretenemos en pensar que haremos el próximo fin de semana, o en los nuevos accesorios para nuestro automóvil, difícilmente nos concentraremos en las cosas importantes que debemos hacer y perdemos un tiempo valioso. En este ambiente ficticio esta la pereza, no nos extrañe que nos cueste "mucho trabajo" recoger las cosas o terminar a tiempo cualquier actividad.

No muy lejos están nuestras palabras y conducta. Hay personas que constantemente (por no decir siempre) hacen bromas, juegan con las palabras para provocar la risa general, tienen mil y una ocurrencias divertidas, y en ocasiones es muy difícil hablar de algo serio con ellas. Esto que parece alegría y buen humor, podría ser la viva representación de una mente ocupada en cosas superfluas y con poca -o nula- reflexión; algunas veces esta personalidad se asocia con tener prisa por terminar, hacer las cosas a la ligera y presentar muchos errores en sus trabajos finales.

Como un agregado surge la apatía hacia el trabajo disfrazada de actitudes aparentemente normales: levantarse a preparar una taza de café y conversar varios minutos con algún encontradizo; revisar una y otra vez nuestros pendientes, cuando en realidad estamos buscando cual es el más fácil y cómodo para comenzar a trabajar; pasar de un escritorio a otro para preguntar cualquier asunto del trabajo, y de paso platicar de algunas trivialidades. La falta de orden se presenta muchas veces con el activismo: dar la apariencia de hacer... sin hacer.

En medio de nuestras ocupaciones habituales, e incluso con alto rendimiento y eficacia personal y profesional, podemos estar rodeados de papeles, objetos, libros, cajones de uso múltiple y adornos de todo tipo. Este descuido generalmente va acompañado de un propósito de arreglo, pocas veces concretado debido a la prisa por hacer lo "verdaderamente importante", pero el orden exige plasmar en la agenda un momento y tiempo determinado para cuidar este pequeño pero significativo detalle, cada cual sabe dónde deben estar las cosas.

La alegría, la convivencia, los planes personales y una gran capacidad de trabajo caracterizan positivamente a la persona, sin embargo, todo aquello que se omite o se hace fuera de tiempo y oportunidad, provoca desorden e ineficiencia.

Algunas personas no tienen el interés o la conciencia de la importancia de este valor porque todo lo tienen resuelto, tienen a su alrededor, personas (en el hogar, oficina, escuela, etc.) que se ocupan de la limpieza y disposición de las cosas para crear un ambiente agradable. Esta comodidad en nada favorece a quienes cuentan con este "servicio". Pensemos en los niños y jóvenes (aunque los adultos no escapan del todo) que no hacen nada en este aspecto; tarde o temprano tienen dificultades para organizar su tiempo de estudio, elaborar y cumplir con sus trabajos escolares, perder con frecuencia todo tipo de objetos o abandonarlos en cualquier lugar. Si lo vemos en futuro, su capacidad de trabajo estará seriamente afectada por la falta de práctica y ejercicio de este valor.

Por el contrario, toda persona que vive el orden en extremo (más que meticuloso, un perfeccionista molesto) dificulta la convivencia y manifiesta poca comprensión hacia las personas, y eso aniquila su rectitud de intención en este valor, suplantándolo por la soberbia y la intolerancia. El orden debe tener un equilibrio.

Estas son algunas de las sugerencias que pueden ayudarte a vivir mejor el valor del orden:

- Dedica tiempo a la familia, con este ejemplo, todos aprenderán que ordenas tu vida de acuerdo a tus responsabilidades, dando a los tuyos la prioridad que les corresponde.

- Lleva una vida espiritual de acuerdo a los preceptos de tu religión, son normas de conducta que facilitan y hacen nuestra vida mejor.

- Planea tus gastos.

- Distribuye tu tiempo, así serás puntual, cumplirás según lo previsto y tu persona adquiere formalidad.

- Cuida tu persona por dentro y por fuera: Conserva un buen aspecto personal aún los fines de semana y en temporada de vacaciones; establece un horario fijo para el descanso y los alimentos.

- Da un correcto uso a las cosas y serán más durables; igualmente procura la limpieza y cuidado de todo, máxime si es prestado.

Es tan importante en todos los aspectos de la vida el valor del orden que vale la pena el esfuerzo por cultivarlo: formalidad, eficacia, pulcritud, cuidado... El valor del orden puede cambiar significativamente nuestras vidas, pero aún más importante, la vida de quienes nos rodean.


LA AMISTAD


Créate buenos hábitos
y ellos guiaran tu vida

Los elementos que forjan amistades para toda la vida.
La amistad es un valor universal. Está claro que difícilmente podemos sobrevivir en la soledad y el aislamiento. Necesitamos a alguien en quién confiar, a quién llamar cuando las cosas se ponen difíciles, y también con quien compartir una buena película. Pero ¿Qué es la amistad? ¿De qué se compone? ¿Cómo tener amistades que duren toda la vida?

Caerse bien

Las amistades suelen comenzar de imprevisto, y muchas veces sin buscarlas. En el camino de la vida vamos encontrándolas. Y todo comienza porque alguien "nos cae bien".

Convicciones, sentimientos, gustos, aficiones, opiniones, ideas políticas, creencias, religión son algunos de las cosas en común que pueden hacer que nos hagamos amigos de alguien.

Sentirse a gusto con una persona, conversar y compartir sentimientos es el principio de eso que llamamos amistad.

Algo en Común


Para que la amistad sea verdadera, debe existir algo en común y, sobre todo, estabilidad. El interés común puede ser una misma profesión, una misma carrera, un pasatiempo en común, y la misma vida nos va dando amigos. Dice el refrán Aficiones y caminos hacen amigos.


La amistad es un cariño, un apreciarse que promueve un dar, un darse y para ello es necesario encontrarse y conversar.

Después, con el tiempo, la amistad puede desarrollarse en profundidad y en extensión mediante el trato, el conocimiento y el afecto mutuos.

La amistad no puede desarrollarse sin estabilidad. Por eso cuando dejamos de ver durante muchos años a nuestros amigos, a veces nos enfrentamos a que parecen personas totalmente diferentes, o simplemente no se pasa de un diálogo superficial que deja un mal sabor de boca. La amistad es algo que requiere estabilidad en el trato.

Tratarse

Conocer bien al amigo es saber de su historia pasada, de sus quehaceres actuales y de sus planes futuros; y del sentido que da a su vida, de sus convicciones; y de sus gustos y aficiones, y de sus defectos y virtudes. Es saber de su vida, de su forma de ser, de comprenderse; es... comprenderle.

Comprender al amigo es meterse en su piel y hacerse cargo.

Desinterés


Para que una amistad sea verdadera, no basta con caerse bien, hay que dar el paso definitivo: ayudarse desinteresadamente, sin esperar nada a cambio. Al amigo se le quiere porque él es él y porque yo soy yo. La amistad se orienta hacia el tú y consiste más en un servir que en un sentir.

No es amigo ni el compañero ni el camarada. Tampoco es amigo que el busca aprovecharse del otro. La amistad no es comercio de beneficios.

La veradera amistad es, en gran medida, servicio afectuoso y desinteresado.

Vale la pena

Ser amigo de verdad no es fácil, pero vale la pena el esfuerzo. Es un gozo tener amigos de verdad: estar con ellos, charlar, ayudarle o ser ayudad y disfrutar y alegrase con ellos ¡poder contar con ellos! Aunque cueste, vale la pena el esfuerzo que requiere ser un amigo.

Tenerse confianza

No solamente se cree lo que dice el amigo, hay que creer en él. Tener confianza en el amigo significa que tenemos la seguridad moral de que responderá favorablemente a as esperanzas de amistad que depositemos en él.

La confianza mutua hace posible la autenticidad.

Dar. Darse.

La generosidad nos ayuda y facilita el dar que es esencial en la amistad. El dar y el darse es esencial en la amistad. El amigo de verdad es generoso y da. Da sus cualidades, su tiempo, sus posesiones, sus energías, sus saberes. Y lo hace para procurar ayduar efeicazmente al amigo.

Debemos mirar genersoamente, con respeto y con cariño. El egoísmo se opone radicalmente a la amistad.

Un acto de generosidad especialmente difícil es el perdonar. Debemos comprender y saber los motivos de una acción que nos ha hecho daño. Saber perdonar es propio de almas sabias y generosas.

Ser leales

No hay riqueza más valiosa que un buen amigo seguro. Ser leal supone ser persona de palabra, que responda con fidelidad a los compromiso que la amistad lleva consigo. Leales son los amigos que son nobles y no critican, ni murmura, que no traicionan una confidencia personal, que son veraces. Son verdaderos amigos quienes defienden los intereses y el buen nombre de sus amigos.

Ser leal también es hablar claro, ser franco. Debemos también ser leales en corregir a un amigo que se equivoca.

Ser agradecidos

Dice un refrán que "El agradecimiento es el más efímero de los sentimientos humanos" y con mucha frecuencia parece tener razón. La gratitud es propia de los verdaderos amigos.

¿Cuántas veces nos hemos sentido mal con un amigo porque no ha sido agradecido del tiempo que le damos? Nosotros debemos agradecerle su tiempo, los buenos ratos que nos hace pasar, su ayuda cuando nos sentimos mal. A nosotros nos gustaría que una amistad nos dijera "gracias", demos entonces nosotros el primer paso.

Un enemigo mortal

El Yo es un enemigo mortal de la amistad. El orgullo y el egoísmo no caben en la amistad. El orgulloso no mira más allá de su persona, de sus propias cualidades, de sus intereses. No es capaz de ayudar a nadie.



Mantener las amistades

Las amistades se cultivan, maduran. Es fácil hacer amigos, pero es mucho más difícil mantenerlos. La vida pone a prueba la generosidad, la lealtad, el agradecimiento, y no siempre se sale bien de ella. De aquellos amigos de la universidad, poco a poco la lista se hará menor. De un grupo de 30 o 40 amigos, acabarán quedando, para toda la vida 3 o 4.

Hacer nuevos amigos

El hecho de que alguien no tenga muchos amigos no es algo que deba permanecer así. El cultivar aficiones o asistir a alguna clase que nos interese es uno de los mejores medios para hacer amigos. Una cosa maravillosa de la amistad, es que incluso la gente más tímida puede hacer amistad ¡Con otros tan tímidos como ellos mismos! Hacer nuevos amigos es abrir horizontes. Si alguna vez algún amigo nos ha pagado mal, no significa que ocurra así con todo el mundo. Lo peor que puede hacer cualquiera es cerrarse.

Las amistades cambian

Un punto fundamental al entender la amistad, es que las personas ni somos perfectas y cambiamos poco a poco, es decir, que no siempre encontraremos un "solo mejor amigo". Habrá quien comparta con nosotros nuestras aficiones, otro quizá nuestros problemas, otro nuestros sueños. Querer buscar que una sola persona llene todas nuestras necesidades de amistad es algo que podría llegar a ser una utopía. Además ¿Quién dijo que no se pueden tener varios amigos?

¿Amistad o complicidad?

Así como la amistad sana es un valor esencial para nuestras vidas, el tener una amistad con la persona equivocada puede serla fuente de muchos dolores de cabeza. Problemas de droga, delincuencia, baja en el desempeño profesional, problemas familiares son unos cuantos efectos de las malas amistades. La amistad es compartir, pero no es complicidad. También es importante recordar que somos personas individuales, con una conciencia individual. El hecho de que tal o cual amistad "lo haga", no significa que nosotros debemos hacerlo. Tampoco podemos esconder nuestra conciencia individual en una conciencia "compartida". Es el caso típico de alguien que se mete en problemas serios porque salió con los amigos y se perdió el control. "Más vale solo que mal acompañado" es un adagio que, de haber sido practicado a tiempo, podría haber evitado muchos problemas.

Conclusión

La amistad es tan importante para el desarrollo humano, su estabilidad y el mejoramiento de la sociedad que es un verdadero valor, que debemos cuidar y fomentar.


LA CRÍTICA CONSTRUCTIVA
Hacer una crítica constructiva para ayudar a los demás es una actitud madura, responsable y llena de respeto por nuestros semejantes.

CRÉATE BUENOS HÁBITOS Y ELLOS GUIARÁN TU VIDA
El valor de la crítica constructiva se fundamenta en el propósito de lograr un cambio favorable que beneficie a todas y cada una de las personas involucradas en circunstancias o ambientes determinados, con actitud de respeto y sentido de colaboración.

De forma natural el hombre busca comunicar sus pensamientos e influir en los demás con su opinión para lograr cambios en la familia, la sociedad, el trabajo o la escuela, sin embargo, corremos el riesgo de sujetarnos únicamente a nuestro particular punto de vista e intereses, sin atender a las necesidades o propósitos que tienen los demás

A través de la crítica constructiva se desarrollan otros valores: lealtad, honestidad, sencillez, respeto, amistad... Con esta referencia sería absurdo cerrar nuestro entendimiento y pasar por alto la importancia de vivir este valor, pues nadie puede jactarse de tener un buen juicio crítico, si no ha logrado establecer un equilibrio entre la manera como acepta las críticas y la forma e intención con que las expresa.

Cada vez que una persona desea expresar su opinión o inconformidad con rectitud de intención, tiene que aclarar que es “una crítica constructiva”, para evitar malos entendidos y lograr una mejor disposición de su interlocutor. A veces somos tan susceptibles, que sin la aclaración pertinente nos sentimos agredidos. Si fuésemos más sencillos y maduros, encontraríamos en cada crítica –positiva o negativa- una oportunidad para cambiar y mejorar nuestra forma de vida. En realidad, aún de las críticas más acres deberíamos tener la serenidad, paciencia y madurez para obtener lo mejor de ella, aún si hiere nuestro amor propio.

Ahora bien, es muy común que nuestra tendencia a criticar se propague sin ton ni son y convertimos a la crítica en una forma de oposición y rechazo a todo aquello que no nos gusta; observamos y manifestamos inconformidad casi de todo: el modo de vestir, las opiniones, la forma de gobierno, las normas de vialidad, la conducta del vecino... y muy pocas veces, hacemos un juicio objetivo y valiente sobre nuestro comportamiento y modo de pensar.

Lo primero será reconocer que frecuentemente hablamos sin fundamento, nos quedamos con unas cuantas palabras del noticiero o del diario, cotejando nuestra pobre información con los comentarios que escuchamos en la oficina o con los amigos, hacemos conjeturas y emprendemos el vuelo aprobando o desaprobando todo tema de actualidad: iniciativas de ley, la política económica, los eventos sociales, sucesos de carácter internacional y hasta las nuevas disposiciones en materia de educación o de salud... ¡Con qué facilidad no erigimos en autoridades competentes!

Es claro que las decisiones de índole social o política a veces muy distantes del común de las personas, pero esto no justifica la critica mal intencionada. En todo lugar existen medios, asociaciones y grupos de personas con el afán de crear una sociedad más justa y llena de oportunidades para todos. ¿Por qué no participar o tomar la iniciativa en nuestras manos? Tal vez no todos tenemos el valor de asumir una responsabilidad más grande, de mayor trascendencia...

Pero la crítica más dura y severa la realizamos hacia las personas que conocemos y los lugares donde asistimos: nos disgusta el sistema de trabajo que se lleva en la empresa, y por ende, quienes la encabezan; calificamos la aptitud de nuestros colegas con comparaciones absurdas; señalamos con firmeza los defectos, costumbres y hábitos de nuestros conocidos y amigos; nos disgustamos porque en casa las cosas no se hacen a nuestro gusto. ¿Acaso hacemos un bien expresando opiniones negativas?

Cualquier comentario fuera de lugar o falto de delicadeza, no solo ofende, destruye además la buena comunicación, la imagen y opinión que se tiene de las personas y por si fuera poco, habla muy mal de nosotros. Para que nuestra crítica tenga valor, se requiere una actitud honesta, leal y sencilla: si algo nos disgusta o incomoda, no hay porque escondernos en el anonimato, generar murmuraciones o crear conflictos, si deseamos que las cosas y las personas mejoren, lo correcto será acercarnos a los interesados y expresar abiertamente nuestro punto de vista, dispuestos a escuchar y a obtener un resultado provechoso para todos.

Para concretar propósitos que nos lleven a ejercitar el valor de la crítica realmente constructiva debemos evaluar con sencillez y valentía nuestro modo de ser, esto significa ser autocríticos:

- Evalúa las situaciones, escucha a las personas y pregunta. De esta manera tendrás los elementos necesarios para formar un juicio correcto y dar una acertada opinión.

- Antes de criticar a las personas en cualquier aspecto, examínate con el mismo rigor y criterio, no sea que tengas los mismos defectos. Recuerda que para ayudar a los demás, tú debes ser el primero en mejorar.

- Haz el propósito de descubrir lo bueno que tienen las personas, las instituciones y las circunstancias. Si no tienes algo positivo que decir, lo mejor es callar.

- Examina tus intenciones, sentimientos y estado de ánimo antes de pronunciar palabra.

- Aprende a informarte con profundidad y acostúmbrate a hablar de los hechos, evitando hacer interpretaciones y suposiciones superfluas.

- Acepta con madurez todo tipo de críticas y comentarios respecto a tu persona y modo de trabajar, centrando tu atención en la oportunidad de mejora.

Cualquier crítica debe formularse responsablemente a través de la reflexión, considerando las implicaciones que podría tener; el respeto que debemos a las personas se manifiesta protegiendo su buen nombre y reputación, además de procurar su mejora individual. De esta manera actuamos en justicia y todo nuestro actuar se convierte en actitud de servicio e interés por el prójimo.


LA DECENCIA


El valor que nos recuerda la importancia de vivir y comportarse dignamente en todo momento y lugar. Decente es la mujer que gusta que la traten con respeto y como a una dama, porque se trata con respeto a ella misma.


CRÉATE BUENOS HÁBITOS Y ELLOS GUIARÁN TÚ VIDA


Posiblemente uno de los valores que habla más de una persona es la decencia, para vivirla se necesita educación, compostura, buena presencia, respeto por si mismo y por los demás, pero es muy notable la delicadeza que guarda respecto a la sexualidad humana y todo lo que de ella se deriva.

La decencia es el valor que nos hace conscientes de la propia dignidad humana, por él se guardan los sentidos, la imaginación y el propio cuerpo, de exponerlos a la morbosidad y al uso promiscuo e indebido de la sexualidad.

Cuando una persona deja de vivir este valor, su personalidad sufre una transformación poco agradable: muchas de sus conversaciones hacen referencia al tema sexual; continuamente busca algo que estimule su imaginación y sentidos (revistas, películas, internet, etc.); la mirada se vuelve inquieta, buscando enfocarse en personas físicamente atractivas; asiste a espectaculos y lugares donde la sexualidad humana es sólo una forma de tener placer...

Una vez que se entra en este sucio círculo todo cambia de dimensión, en vez de considerar como importantes los aspectos más humanos de las persona (inteligencia, cualidades, sentimientos), ahora es la presencia y atracción física lo que cuenta por el placer que pueda obtenerse, debido a que los afectos ya no importan.

Faltar a la decencia hace que las relaciones con personas del sexo opuesto sean inestables y poco duraderas, fundamentadas en la búsqueda de placer, con una evidente falta de compromiso y obligaciones. Por eso no debe sorprendernos el aumento de infidelidades y divorcios; jóvenes que cambian de pareja con mucha faciliad, madres solteras, orfandad, abortos...

Lamentablemente, parece ser que en determinadas empresas el poseer un buen físico y poca calidad moral son los requisitos para obtener un empleo, debido a ello, muchas son las mujeres que pierden “estupendas” oportunidades de trabajo, por vivir la decencia, por no permitir que se abuse de su condición. ¿Políticas empresariales? Seguramente son las personas al frente de los recursos humanos, quienes abusando de su posición pretenden aprovecharse de la necesidad que los demás tienen. Así es, una sola persona es capaz de destruir la imagen de una empresa.

Al vivir este valor se garantiza la unión y estabilidad familiar, los hijos pueden contar con la presencia y ayuda de ambos padres; los jóvenes descubren que la verdadera realización personal no se alcanza con la satisfacción de los placeres, sino a través de el desarrollo profesional, el trabajo y la formación intelectual; y socialmente las personas no tendrían que preocuparse de la calidad moral de los ambientes que le rodean.

En medio de un ambiente que parece rechazar las buenas costumbres y se empeña en cerrar los oídos a toda norma moral, emerge la personalidad de quien vive el valor de la decencia: una forma de vestir discreta, con buen gusto, elegante si lo amerita la ocasión; sus conversaciones no tienen como tema principal el sexo; en su compañía no existe la incomodidad de encontrar miradas obscenas; su amistad e interés son genuinos, sin intenciones ocultas y poco correctas.

Esta personalidad en ningún momento se asusta ante la sexualidad humana, se puede afirmar que la conoce y entiende con mucho más perfección que el común de las personas. Conocedor de su propia naturaleza, evita los espectáculos, imágenes, conversaciones y compañías que puedan despertar susensualidad. No es su propósito fingir que no tiene esas inclinaciones, les da su lugar, su importancia; ha decidido que lo más valioso del hombre se alcanza a través del entendimiento, el autodominio, el trabajo y la sana convivencia con sus semejantes.

La persona decente hace valer la integridad de su comportamiento, cuida de que no existan interpretaciones equivocadas sobre su conducta: evita trasnochar sin necesidad; se informa con anterioridad sobre los espectáculos y lugares a los que desea asistir y no conoce; aunque trata a todo las personas con respeto y cortesía, evita las compañías cuya conducta es incompatible con su formación.

Para vivir mejor el valor de la decencia, puedes considerar como importante:

- A toda costa debes evitar el ocio y la soledad. En estas circunstancias, la sensualidad se despierta fácilmente.

- Manifiesta respeto por los demás. Cuida que tu mirada no ofenda o incomode a las personas del sexo opuesto. Evita que tus conversaciones y bromas hagan alusiones a la sexualidad.

- Ten especial cuidado con tu forma de vestir. Los atuendos demasiado cortos o ligeros, efectivamente hacen que te conviertas en centro de atención, pero no te hace lucir con formalidad, además, puedes llevarte una sorpresa al descubrir las intenciones que despiertas en los demás.

- No vivas con ingenuidad pensando que tu educación y principios bastan para vivir decentemente. Evita las ocasiones y los medios que pongan en peligor tu integridad: revistas, espectáculos, películas e incluso compañías.

- Al cuidar tu mirada formas un carácter recio: Evita observar con insistencia a las personas, esto simpre demuestra intenciones poco honestas.

- No basta ser decente, es necesario actuar como tal: sin cometer falta alguna, se pone en entredicho la honorabilidad de una jovencita que llega a su casa en la madrugada, sobre todo si salió con el novio y en automóvil; lo mismo ocurre con la mujer casada que viste con prendas demasiado cortas; quien adquiere revistas con publicidad demasiado sugestiva, aunque el contenido haya sido el propósito...

La persona que se preocupa por vivr el valor de la decencia en los detalles más mínimos, paralelamente despierta confianza en los demás por la integridad de su conducta; sus relaciones son estables porque se basan en el respeto y el intéres auténtico que tiene por colaborar con los demás.

Tal vez por eso la decencia es motivo de burla, porque no es un valor para tímidos y cobardes que se dejan llevar por lo que la comodidad y el placer dictan, es un valor que templa el carácter. lo fortifica y ennoblece.


¡LA DIGNIDAD!

Por dignidad se conoce a aquel valor que nos hace a nosotros mismos sentirnos valiosos y al otro, que nos observa y que nos ve también, le produce tal sensación, sin que en esa percepción propia o de los otros medie alguna razón vinculada a lo material o social, es decir, la dignidad es aquel valor intrínseco y supremo que cualquier ser humano puede contribuir a desarrollar a través de sus acciones y comportamiento, hasta su exaltación, independientemente de la situación económica, social, cultural o ideológica que tal o cual persona presente, porque para la dignidad no importa qué pienso, sino más bien qué hago con ese pensamiento.

Obviamente, el ser una persona digna supone un difícil trabajo a lograr, por empezar, quien se comporta y actúa en todas las esperas de su vida, tanto personal como profesional, con decoro, haciéndose respetar, sin importarle por ejemplo dejar en el camino una importante suma de dinero, un cargo de poder que le pueda allanar camino pensando en el futuro, prefiriendo entonces conservar sus valores de comportamiento, aquellos que lo convirtieron para el ojo del mundo y su mundo en una persona digna, esto que es lo mismo o igual a decir esa persona que se enfoca en lo espiritual más que en lo material, a eso se la llamará y describirá como digna/o.


LA EXPERIENCIA
Créate buenos hábitos y ellos guiaran tu vida

¡Qué personalidad tan fuerte y atractiva presenta la experiencia! Parece tan lejano el día en el que seamos maduros y más prudentes. Es el aprendizaje de la vida...
Todos apreciamos el valor de la experiencia. Tenemos la necesidad de acudir a las personas mayores en busca de guía y consejo, pues su conocimiento del mundo, de la vida y de la gente son una fuente invaluable para tomar decisiones.

La experiencia es el conocimiento adquirido en el transcurso de nuestra vida, ayudándonos a tomar mejores decisiones ponderando posibilidades y riesgos; aprendemos en la intimidad de nuestro ser, en la familia, con los amigos, a través de la lectura, en el trabajo. A pesar de todo esto, muchas veces seguimos tomando decisiones a la ligera, cometiendo los mismos errores y cerrando nuestros oídos a los consejos que nos brindan personas con mas visión que nosotros.

Aunque la edad es la que aporta experiencia, cada momento de nuestra vida ofrece un nuevo conocimiento y un panorama más amplio sobre cada circunstancia, nuestro pensamiento y actitudes se van modelando paso a paso, dando como resultado la madurez.

La experiencia es conocer a las personas, sus reacciones y las costumbres sociales; es también la paciencia para afrontar las contrariedades; forma una capacidad para hacer analizar con más profundidad los acontecimientos relacionando vivencias pasadas y adecuándolas al presente para emitir juicios más precisos, además de una marcada serenidad para tomar decisiones.

A diferencia de otros valores, la experiencia no es fácil de construir de manera activa. Podría decirse que la experiencia en su forma básica se modela con los golpes de la vida. Sin embargo sí podemos tener una actitud alerta y vigilante que nos permita sacar el máximo provecho de todas las circunstancias de la vida.

La experiencia es un valor fundamental en muchos ámbitos de la vida: con la pareja, en el trabajo, al tomar decisiones económicas.

Nuestra vida debe ser una rica variedad de sensaciones, acontecimientos y encuentros. La experiencia solo se modela viviendo y aprendiendo. Es ahí donde tenemos una diferencia fundamental con otros seres vivos. Los seres humanos no solamente aprendemos de los impulsos directos de nuestros sentidos (calor, frío, dolor), sino que somos capaces de analizar la información y generar nuevas alternativas.

El vivir la vida con profundidad y un esfuerzo por aprender de ella genera una percepción más exacta de la realidad, y en esa medida podemos darle su justa medida a todo. La experiencia nos ayuda a percibir la realidad como es, no como nosotros queremos que sea. Y esa percepción más exacta de la realidad nos lleva a tomar mejores decisiones, a ser más justos, a medir más nuestros impulsos. La experiencia y la prudencia van tomadas de la mano.

Algunos medios que podemos poner para aprender más de la vida y enriquecer nuestra experiencia son:

- Analizar nuestras decisiones pasadas y futuras, no sólo las más importantes y trascendentes como la elección de estudios profesionales, el matrimonio, iniciar una empresa por nuestra cuenta sino también aquellas decisiones aparentemente sin importancia que trajeron grandes resultados en nuestras vidas.


- Entender que debemos ser humildes y aprender de los demás. A veces nos empeñamos en no escuchar un consejo porque las alternativas que nos proponen no están de acuerdo al gusto que nos estimula en el momento. No debemos aferrarnos a una idea, cuando varias personas coinciden en hacernos notar el error (sobre todo si por edad, parentesco o alta calidad moral, su punto de vista es particularmente valioso). Debemos tener apertura a la opinión ajena y ser honestos con nosotros mismos para rectificar, tarde o temprano nos daremos cuenta de cuanta razón tenían.

- Al tomar una decisión, comenzar un trabajo, iniciar un negocio o adquirir un compromiso, debemos asumirlo con todas sus instancias, sin escatimar esfuerzos ni abandonarlo a las primeras contrariedades, sólo así estaremos en condiciones de conocer realmente nuestras capacidades y posibilidades. Las cosas que más trabajo nos han costado, son las que más valoramos; quienes más esfuerzo han realizado a través de los años, se encuentran en mejores posibilidades de alcanzar objetivos más "altos", más ambiciosos... La experiencia nos ayuda a plantearnos metas reales y accesibles a nuestra persona, con grandes posibilidades de éxito.

- Afrontar con valor las consecuencias de nuestros actos, sin buscar pretextos o excusas. Al "escondernos" para esperar que las cosas se solucionen por sí mismas, perdemos la oportunidad de conocer la gravedad y magnitud de lo cometido. Lo cierto es que aprendemos más de un error y de un fracaso, que de un puñado de éxitos, lo cual no debe servir de disculpa cada vez que nos equivocamos.

- Aprender a comprender y a tratar a los demás observando como lo hacen aquellas personas "que siempre saben que hacer y que decir" en las más diversas circunstancias. Escuchar con paciencia; controlar la molestia y el disgusto; nunca pedir u ordenar bruscamente; la cortesía en el trato; no levantar el tono de voz innecesariamente; preguntar lo que no se sabe... son algunas de las características que ennoblecen la personalidad como fruto de un continuo acercamiento a sus semejantes, logrando siempre los resultados esperados.

¡Qué personalidad tan fuerte y atractiva presenta la experiencia! Parece tan lejano el día en el que podamos convertirnos, por lo menos, en algo semejante; sin embargo, no debemos esperar a que el tiempo pase y la experiencia llegue a nosotros como una lógica consecuencia, hace falta tomar conciencia, pensar y reflexionar sobre todo lo que ocurre a nuestro alrededor, propio o ajeno, para formar un criterio único y congruente.


LA FELICIDAD


Créate buenos hábitos y ellos guiarán tu vida
El ser feliz no es un estado de ánimo, es una actitud constante...
Como muchos de los temas más profundos de nuestras vidas, todos tenemos una noción interna sobre qué es la felicidad, pero nos parece muy difícil explicarla. Ocurre lo mismo al pensar en conceptos como "Justicia" o "Solidaridad".

Generalmente cuando pensamos en felicidad vemos sus efectos, pero pocas veces analizamos con cuidado sus causas: ¿Qué nos hace felices? ¿Es posible que esta felicidad sea un estado permanente?

Es fácil confundir la felicidad con el bienestar. Por eso muchas personas tienden a equivocar el sentido de los bienes materiales en sus vidas, creyendo que les dará una felicidad que nunca encuentran. Y es que las cosas materiales nos dan bienestar: es más cómodo viajar en un coche que en un transporte público, es agradable tener abrigo cuando hace frío, ese necesario tener algo qué comer. Pero ese bienestar no tiene nada que ver con la felicidad.

La felicidad es un concepto mucho más profundo de estabilidad, seguridad, esperanza. La felicidad no es la falta de problemas o la ausencia de dificultades. ¿Se puede ser feliz enmedio de una tormenta? Sí, porque la felicidad no es algo que esté necesariamente fuera de nosotros. El primer sitio donde debemos encontrarla es en nuestro interior. Es muy difícil ser feliz con una actitud de resentimiento o de enojo hacia la vida. Tampoco se puede ser feliz si depositamos nuestro corazón en cosas materiales o en las personas equivocadas. El vivir de manera continua un conjunto de valores nos brinda la estabilidad necesaria para sentirnos completos. La felicidad tiene mucho que ver con el vacío o plenitud de nuestras vidas en su sentido más profundo.

Pero la felicidad no está únicamente en nosotros mismos, también está en el darnos a los demás: la generosidad en la amistad, la ayuda al desvalido, el apoyo en los momentos difíciles. El volcarnos hacia los demás es una de las fuentes más preciosas para una genuina felicidad.

En este mundo actual de teléfonos móviles, internet y tecnología es fácil centrarnos en nosotros mismo y nuestros problemas y también es fácil olvidarnos de los demás. Sin embargo en la medida en la que nos preocupamos más por los demás y menos por nosotros mismos se resuelven dos problemas: el de la persona a la que estamos ayudando, y el nuestro porque nuestra vida cobra un nuevo sentido.

La felicidad también tiene mucho que ver con nuestra actitud hacia los problemas y las preocupaciones, que siempre estarán presentes en nuestras vidas de una forma o de otra, sin embargo una actitud positiva y una esperanza continua ayudan muchísimo más que una actitud pesimista, un encerrarse en sí mismo y una visión "amarga" de la existencia. La felicidad es el resultado de un esfuerzo constante para superar los problemas o de un trabajo intenso y continuado por mucho tiempo. No se es optimista porque todo sale siempre bien, sino porque aunque las cosas salgan mal, se confía en que siempre habrá personas que nos ayudarán a superar las dificultades.

El ser feliz no es un estado de ánimo, es una actitud constante; para lograr esto podemos considerar como fundamental:

- Aprender a disfrutar de las pequeñas y cotidianas cosas de nuestra vida: la conversación, el descanso, el trabajo, la naturaleza, la amistad...
Debemos ser conscientes que el afán desordenado por encontrar satisfacciones conduce a una falsa felicidad, es decir, simplemente un placer..

- Ver en nuestras ocupaciones cotidianas un motivo de Felicidad.
Cualquiera que sea nuestro trabajo, es la expresión de lo que podemos y sabemos hacer. Realizarlo con entusiasmo, bien hecho y completo se convierte en una satisfacción y nuestra carta de presentación en la sociedad en que vivimos.

- Aceptar nuestras cualidades y limitaciones sin renunciar a mejorar. Con frecuencia podemos centrar nuestra atención en las cosas que nos faltan (bienes, mejor puesto en el trabajo, capacidad de relación social). Debemos aprovechar el tiempo en encontrar todo aquello que nos ayuda a superarnos: estudiar más, prepararnos para trabajar en la labor que mejor desempeñamos o acercarnos a las personas que nos puedan enseñar y sugerir mejores alternativas.

- Tener una actitud positiva ante las personas y las circunstancias.
Esto implica la comprensión que tengamos hacia los errores y actitudes de los demás, evitando provocar problemas y conflictos. Siempre será mejor enseñar como se pueden hacer mejor las cosas, valorando el esfuerzo y los logros obtenidos
Ser perseverantes en las dificultades, esforzándonos por descubrir lo positivo de los problemas, tratando de sacar provecho de la experiencia.

- Hacer lo posible por crear un ambiente agradable: contando anécdotas, organizando pequeños torneos deportivos para los amigos o la familia, festejar los cumpleaños, ver una película que sea divertida... Por lo general no se requiere de organizar grandes eventos, lo más sencillo es lo mejor.

La Felicidad esta implícita en la vivencia de los demás Valores, cada uno de ellos nos aporta la posibilidad de llevar una vida plena, positiva y llena de optimismo.

No podemos renunciar a ser felices, aprendiendo nosotros, estamos en condiciones de hacer felices a quienes nos rodean, enseñando que la felicidad no esta en tener una vida fácil, sino en procurarnos mutuamente la alegría, el apoyo y dirección en todo momento.


LA HONESTIDAD


Créate buenos hábitos y ellos guiarán tu vida
La honestidad es una de las cualidades que nos gustaría encontrar en las personas o mejor aún, que nos gustaría poseer.
Si alguna vez debemos hacer un listado de las cualidades que nos gustaría encontrar en las personas o mejor aún, que nos gustaría poseer, seguramente enunciaremos la Honestidad, porque garantiza confianza, seguridad, respaldo, confidencia, en una palabra integridad.

La Honestidad es una forma de vivir congruente entre lo que se piensa y la conducta que se observa hacia el prójimo, que junto a la justicia, exige en dar a cada quien lo que le es debido.

Podemos ver como actitudes deshonestas la hipocresía, aparentando una personalidad que no se tiene para ganarse la estimación de los demás; el mentir continuamente; el simular trabajar o estudiar para no recibir una llamada de atención de los padres o del jefe inmediato; el no guardar en confidencia algún asunto del que hemos hecho la promesa de no revelarlo; no cumpliendo con la palabra dada, los compromisos hechos y la infidelidad.

Faltar a la honestidad nos lleva a romper los lazos de amistad establecidos, en el trabajo, la familia y en el ambiente social en el que nos desenvolvemos, pensemos que de esta manera la convivencia se hace prácticamente imposible, pues ésta no se da, si las personas somos incapaces de confiar unos en otros.

Para ser Honesto hace falta ser sinceros en todo lo que decimos; fieles a las promesas hechas en el matrimonio, en la empresa o negocio en el que trabajamos y con las personas que participan de la misma labor; actuando justamente en el comercio y en las opiniones que damos respecto a los demás. Todos esperan de nosotros un comportamiento serio, correcto, justo, desinteresado, con espíritu de servicio, pues saben que siempre damos un poco más de lo esperado.

En la convivencia diaria podemos vivir la honestidad con los demás, no causando daño a la opinión que en general se tiene de ellas, lo cual se puede dar cuando les atribuimos defectos que no tienen o juzgando con ligereza su actuar; si evitamos sacar provecho u obtener un beneficio a costa de sus debilidades o de su ignorancia; guardando como propio el secreto profesional de aquella información que es particularmente importante para la empresa en la que prestamos nuestros servicios, o de aquel asunto importante o delicado que nos ha confiado el paciente o cliente que ha pedido nuestra ayuda; evitando provocar discordia y malos entendidos entre las personas que conocemos; señalando con firmeza el grave error que se comete al hacer calumnias y difamaciones de quienes que no están presentes; devolviendo con oportunidad las cosas que no nos pertenecen y restituyendo todo aquello que de manera involuntaria o por descuido hayamos dañado..

Si queremos ser Honestos, debemos empezar por enfrentar con valor nuestros defectos y buscando la manera más eficaz de superarlos, con acciones que nos lleven a mejorar todo aquello que afecta a nuestra persona y como consecuencia a nuestros semejantes, rectificando cada vez que nos equivocamos y cumpliendo con nuestro deber en las labores grandes y pequeñas sin hacer distinción.

Las relaciones en un ambiente de confianza conducen a la mejora personal y ajena, pues si en todo momento se obra con rectitud, se aprende a vivir como hombre de bien.


LA PERSONALIDAD
La personalidad es un constructor psicológico, con el que nos referimos a un conjunto dinámico de características de una persona. También es conocida como un conjunto de características físicas, sociales y genéticas que determinan a un individuo y lo hacen único.
Definición
Al tratarse de un concepto básico dentro de la psicología, a lo largo de la historia ha recibido numerosas definiciones, además de las conceptualizaciones más o menos intuitivas que ha recibido. Algunos autores han clasificado estas definiciones en grupos.1
La personalidad puede sintetizarse como el conjunto de características o patrón de sentimientos y pensamientos ligados al comportamiento, es decir, los pensamientos, sentimientos, actitudes y hábitos y la conducta de cada individuo, que persiste a lo largo del tiempo frente a distintas situaciones distinguiendo a un individuo de cualquier otro haciéndolo diferente a los demás.
La personalidad persiste en el comportamiento de las personas congruentes a través del tiempo, aun en distintas situaciones o momentos, otorgando algo único a cada individuo que lo caracteriza como independiente y diferente. Ambos aspectos de la personalidad, distinción y persistencia, tienen una fuerte vinculación con la construcción de la identidad, a la cual modela con características denominadas rasgos o conjuntos de rasgos que, junto con otros aspectos del comportamiento, se integran en una unidad coherente que finalmente describe a la persona.
Ese comportamiento tiene una tendencia a repetirse e a través del tiempo de una forma determinada, sin que quiera decir que esa persona se comporte de modo igual en todos los casos. Es decir, la personalidad es la forma en que pensamos, sentimos, nos comportamos e interpretamos la realidad, mostrando una tendencia de ese comportamiento a través del tiempo, que nos permite afrontar la vida y mostrarnos el modo en que nos vemos a nosotros mismos y al mundo que nos rodea.
Nos permite reaccionar ante ese mundo de acuerdo al modo de percepción, retro-alimentando con esa conducta en nuestra propia personalidad. Cada persona al nacer ya tiene su propia personalidad con ciertas características propias, que con el paso del tiempo más el factor ambiental y las circunstancias es como se definirá esa persona. La personalidad será fundamental para el desarrollo de las demás habilidades del individuo y para la integración con grupos sociales
La personalidad es "la organización dinámica de los sistemas psicofísicos que determina una forma de pensar y de actuar, única en cada sujeto en su proceso de adaptación al medio".
Desmembrando esa afirmación encontramos que:
• La organización representa el orden en que se halla estructurada las partes de la personalidad de cada sujeto.
• Lo dinámico se refiere a que cada persona se encuentra en un constante intercambio con el medio que sólo se interrumpe con la muerte.
• Los sistemas psicofísicos hacen referencia a las actividades que provienen del principio inmaterial(fenómeno psíquico) y el principio material(fenómeno físico).
• La forma de pensar hace referencia a la vertiente interna de la personalidad.
• La forma de actuar hace referencia a la vertiente externa de la personalidad que se manifiesta en la conducta de la persona.
• Y es única en cada sujeto por la naturaleza caótica en el que el cerebro organiza las sinapsis.


LA PUNTUALIDAD

El valor que se construye por el esfuerzo de estar a tiempo en el lugar adecuado.
El valor de la puntualidad es la disciplina de estar a tiempo para cumplir nuestras obligaciones: una cita del trabajo, una reunión de amigos, un compromiso de la oficina, un trabajo pendiente por entregar.
El valor de la puntualidad es necesario para dotar a nuestra personalidad de carácter, orden y eficacia, pues al vivir este valor en plenitud estamos en condiciones de realizar más actividades, desempeñar mejor nuestro trabajo, ser merecedores de confianza.
La falta de puntualidad habla por sí misma, de ahí se deduce con facilidad la escasa o nula organización de nuestro tiempo, de planeación en nuestras actividades, y por supuesto de una agenda, pero, ¿qué hay detrás de todo esto?
Muchas veces la impuntualidad nace del interés que despierta en nosotros una actividad, por ejemplo, es más atractivo para un joven charlar con los amigos que llegar a tiempo a las clases; para otros es preferible hacer una larga sobremesa y retrasar la llegada a la oficina. El resultado de vivir de acuerdo a nuestros gustos, es la pérdida de formalidad en nuestro actuar y poco a poco se reafirma el vicio de llegar tarde.
En este mismo sentido podríamos añadir la importancia que tiene para nosotros un evento, si tenemos una entrevista para solicitar empleo, la reunión para cerrar un negocio o la cita con el director del centro de estudios, hacemos hasta lo imposible para estar a tiempo; pero si es el amigo de siempre, la reunión donde estarán personas que no frecuentamos y conocemos poco, o la persona –según nosotros- representa poca importancia, hacemos lo posible por no estar a tiempo, ¿qué mas da...?
Para ser puntual primeramente debemos ser conscientes que toda persona, evento, reunión, actividad o cita tiene un grado particular de importancia. Nuestra palabra debería ser el sinónimo de garantía para contar con nuestra presencia en el momento preciso y necesario.
Otro factor que obstaculiza la vivencia de este valor, y es poco visible, se da precisamente en nuestro interior: imaginamos, recordamos, recreamos y supuestamente pensamos cosas diversas a la hora del baño, mientras descansamos un poco en el sofá, cuando pasamos al supermercado a comprar "sólo lo que hace falta", en el pequeño receso que nos damos en la oficina o entre clases... pero en realidad el tiempo pasa tan de prisa, que cuando "despertamos" y por equivocación observamos la hora, es poco lo que se puede hacer para remediar el descuido.
Un aspecto importante de la puntualidad, es concentrarse en la actividad que estamos realizando, procurando mantener nuestra atención para no divagar y aprovechar mejor el tiempo. Para corregir esto, es de gran utilidad programar la alarma de nuestro reloj o computadora (ordenador), pedirle a un familiar o compañero que nos recuerde la hora (algunas veces para no ser molesto y dependiente), etc., porque es necesario poner un remedio inmediato, de otra forma, imposible.
Lo más grave de todo esto, es encontrar a personas que sienten "distinguirse" por su impuntualidad, llegar tarde es una forma de llamar la atención, ¿falta de seguridad y de carácter? Por otra parte algunos lo han dicho: "si quieren, que me esperen", "para qué llegar a tiempo, si...", "no pasa nada...", "es lo mismo siempre". Estas y otras actitudes son el reflejo del poco respeto, ya no digamos aprecio, que sentimos por las personas, su tiempo y sus actividades
Para la persona impuntual los pretextos y justificaciones están agotados, nadie cree en ellos, ¿no es tiempo de hacer algo para cambiar esta actitud? Por el contrario, cada vez que alguien se retrasa de forma extraordinaria, llama la atención y es sujeto de toda credibilidad por su responsabilidad, constancia y sinceridad, pues seguramente algún contratiempo importante ocurrió..
Podemos pensar que el hacerse de una agenda y solicitar ayuda, basta para corregir nuestra situación y por supuesto que nos facilita un poco la vida, pero además de encontrar las causa que provocan nuestra impuntualidad (los ya mencionados: interés, importancia, distracción), se necesita voluntad para cortar a tiempo nuestras actividades, desde el descanso y el trabajo, hasta la reunión de amigos, lo cual supone un esfuerzo extra -sacrificio si se quiere llamar-, de otra manera poco a poco nos alejamos del objetivo.
La cuestión no es decir "quiero ser puntual desde mañana", lo cual sería retrasar una vez más algo, es hoy, en este momento y poniendo los medios que hagan falta para lograrlo: agenda, recordatorios, alarmas...
Para crecer y hacer más firme este valor en tu vida, puedes iniciar con estas sugerencias:
- Examínate y descubre las causas de tu impuntualidad: pereza, desorden, irresponsabilidad, olvido, etc.
- Establece un medio adecuado para solucionar la causa principal de tu problema (recordando que se necesita voluntad y sacrificio): Reducir distracciones y descansos a lo largo del día; levantarse más temprano para terminar tu arreglo personal con oportunidad; colocar el despertador más lejos...
- Aunque sea algo tedioso, elabora por escrito tu horario y plan de actividades del día siguiente. Si tienes muchas cosas que atender y te sirve poco, hazlo para los siguientes siete días. En lo sucesivo será más fácil incluir otros eventos y podrás calcular mejor tus posibilidades de cumplir con todo. Recuerda que con voluntad y sacrificio, lograrás tu propósito.
- Implementa un sistema de "alarmas" que te ayuden a tener noción del tiempo (no necesariamente sonoras) y cámbialas con regularidad para que no te acostumbres: usa el reloj en la otra mano; pide acompañar al compañero que entra y sale a tiempo; utiliza notas adheribles...
- Establece de manera correcta tus prioridades y dales el lugar adecuado, muy especialmente si tienes que hacer algo importante aunque no te guste.
Vivir el valor de la puntualidad es una forma de hacerle a los demás la vida más agradable, mejora nuestro orden y nos convierte en personas digna de confianza.


LA RESPONSABILIDAD


Créate buenos hábitos y ellos guiarán tu vida
Todos comprendemos la irresponsabilidad cuando alguien no cumple lo que promete ¿Pero sabemos nosotros vivirla?
La responsabilidad (o la irresponsabilidad) es fácil de detectar en la vida diaria, especialmente en su faceta negativa: la vemos en el plomero que no hizo correctamente su trabajo, en el carpintero que no llegó a pintar las puertas en el día que se había comprometido, en el joven que tiene bajas calificaciones, en el arquitecto que no ha cumplido con el plan de construcción para un nuevo proyecto, y en casos más graves en un funcionario público que no ha hecho lo que prometió o que utiliza los recursos públicos para sus propios intereses.

Sin embargo plantearse qué es la responsabilidad no es algo tan sencillo. Un elemento indispensable dentro de la responsabilidad es el cumplir un deber. La responsabilidad es una obligación, ya sea moral o incluso legal de cumplir con lo que se ha comprometido.

La responsabilidad tiene un efecto directo en otro concepto fundamental: la confianza. Confiamos en aquellas personas que son responsables. Ponemos nuestra fe y lealtad en aquellos que de manera estable cumplen lo que han prometido.

La responsabilidad es un signo de madurez, pues el cumplir una obligación de cualquier tipo no es generalmente algo agradable, pues implica esfuerzo. En el caso del plomero, tiene que tomarse la molestia de hacer bien su trabajo. El carpintero tiene que dejar de hacer aquella ocupación o gusto para ir a la casa de alguien a terminar un encargo laboral. La responsabilidad puede parecer una carga, y el no cumplir con lo prometido origina consecuencias.

¿Por qué es un valor la responsabilidad? Porque gracias a ella, podemos convivir pacíficamente en sociedad, ya sea en el plano familiar, amistoso, profesional o personal.

Cuando alguien cae en la irresponsabilidad, fácilmente podemos dejar de confiar en la persona. En el plano personal, aquel marido que durante una convención decide pasarse un rato con una mujer que recién conoció y la esposa se entera, la confianza quedará deshecha, porque el esposo no tuvo la capacidad de cumplir su promesa de fidelidad. Y es que es fácil caer en la tentación del capricho y del bienestar inmediato. El esposo puede preferir el gozo inmediato de una conquista, y olvidarse de que a largo plazo, su matrimonio es más importante.

El origen de la irresponsabilidad se da en la falta de prioridades correctamente ordenadas. Por ejemplo, el carpintero no fue a pintar la puerta porque llegó su “compadre” y decidieron tomarse unas cervezas en lugar de ir a cumplir el compromiso de pintar una puerta. El carpintero tiene mal ordenadas sus prioridades, pues tomarse una cerveza es algo sin importancia que bien puede esperar, pero este hombre (y tal vez su familia), depende de su trabajo.

La responsabilidad debe ser algo estable. Todos podemos tolerar la irresponsabilidad de alguien ocasionalmente. Todos podemos caer fácilmente alguna vez en la irresponsabilidad. Empero, no todos toleraremos la irresponsabilidad de alguien durante mucho tiempo. La confianza en una persona en cualquier tipo de relación (laboral, familiar o amistosa) es fundamental, pues es una correspondencia de deberes. Es decir, yo cumplo porque la otra persona cumple.

El costo de la irresponsabilidad es muy alto. Para el carpintero significa perder el trabajo, para el marido que quiso pasarse un buen rato puede ser la separación definitiva de su esposa, para el gobernante que usó mal los recursos públicos puede ser la cárcel.

La responsabilidad es un valor, porque gracias a ella podemos convivir en sociedad de una manera pacífica y equitativa. La responsabilidad en su nivel más elemental es cumplir con lo que se ha comprometido, o la ley hará que se cumpla. Pero hay una responsabilidad mucho más sutil (y difícil de vivir), que es la del plano moral.

Si le prestamos a un amigo un libro y no lo devuelve, o si una persona nos deja plantada esperándole, entonces perdemos la fe y la confianza en ella. La pérdida de la confianza termina con las relaciones de cualquier tipo: el chico que a pesar de sus múltiples promesas sigue obteniendo malas notas en la escuela, el marido que ha prometido no volver a emborracharse, el novio que sigue coqueteando con otras chicas o el amigo que suele dejarnos plantados. Todas esta conductas terminarán, tarde o temprano y dependiendo de nuestra propia tolerancia hacia la irresponsabilidad, con la relación.

Ser responsable es asumir las consecuencias de nuestra acciones y decisiones. Ser responsable también es tratar de que todos nuestros actos sean realizados de acuerdo con una noción de justicia y de cumplimiento del deber en todos los sentidos.

Los valores son los cimientos de nuestra convivencia social y personal. La responsabilidad es un valor, porque de ella depende la estabilidad de nuestras relaciones. La responsabilidad vale, porque es difícil de alcanzar.

¿Qué podemos hacer para mejorar nuestra responsabilidad?

El primer paso es percatarnos de que todo cuanto hagamos, todo compromiso, tiene una consecuencia que depende de nosotros mismos. Nosotros somos quienes decidimos.

El segundo paso es lograr de manera estable, habitual, que nuestros actos correspondan a nuestras promesas. Si prometemos “hacer lo correcto” y no lo hacemos, entonces no hay responsabilidad.

El tercer paso es educar a quienes están a nuestro alrrededor para que sean responsables. La actitud más sencilla es dejar pasar las cosas: olvidarse del carpintero y conseguir otro, hacer yo mismo el trabajo de plomería, despedir al empleado, romper la relación afectiva. Pero este camino fácil tiene su propio nivel de responsabilidad, porque entonces nosotros mismos estamos siendo irresponsables al tomar el camino más ligero. ¿Qué bien le hemos hecho al carpintero al despedirlo? ¿Realmente romper con la relación era la mejor solución? Incluso podría parecer que es “lo justo” y que estamos haciendo “lo correcto”. Sin embargo, hacer eso es caer en la irresponsabilidad de no cumplir nuestro deber y ser iguales al carpintero, al gobernante que hizo mal las cosas o al marido infiel. ¿Y cual es ese deber? La responsabilidad de corregir.

El camino más difícil, pero que a la larga es el mejor, es el educar al irresponsable. ¿No vino el carpintero? Entonces, a ir por él y hacer lo que sea necesario para asegurarnos de que cumplirá el trabajo. ¿Y el plomero? Hacer que repare sin costo el desperfecto que no arregló desde la primera vez. ¿Y con la pareja infiel? Hacerle ver la importancia de lo que ha hecho, y todo lo que depende de la relación. ¿Y con el gobernante que no hizo lo que debía? Utilizar los medios de protesta que confiera la ley para que esa persona responda por sus actos.

Vivir la responsabilidad no es algo cómodo, como tampoco lo es el corregir a un irresponsable. Sin embargo, nuestro deber es asegurarnos de que todos podemos convivir armónicamente y hacer lo que esté a nuestro alcance para lograrlo.

¿Qué no es fácil? Si todos hiciéramos un pequeño esfuerzo en vivir y corregir la responsabilidad, nuestra sociedad, nuestros países y nuestro mundo serían diferentes.

Sí, ¡Es difícil, pero vale la pena!



LA SINCERIDAD




Créate buenos hábitos
y ellos guiarán tu vida


Es un valor que debemos vivir para tener amigos, para ser dignos de confianza
¿Alguna vez has sentido la desilusión de descubrir la verdad?, ¿esa verdad que descubre un engaño o una mentira?, seguramente si; la incomodidad que provoca el sentirnos defraudados, es una experiencia que nunca deseamos volver a vivir, y a veces, nos impide volver a confiar en las personas, aún sin ser las causantes de nuestra desilusión.

Pero la Sinceridad, como los demás valores, no es algo que debemos esperar de los demás, es un valor que debemos vivir para tener amigos, para ser dignos de confianza....

La Sinceridad es un valor que caracteriza a las personas por la actitud congruente que mantienen en todo momento, basada en la veracidad de sus palabras y acciones.

Para ser sinceros debemos procurar decir siempre la verdad, esto que parece tan sencillo, a veces es lo que más cuesta trabajo. Utilizamos las "mentiras piadosas" en circunstancias que calificamos como de baja importancia, donde no pasa nada: como el decir que estamos avanzados en el trabajo, cuando aún no hemos comenzado, por la suposición de que es fácil y en cualquier momento podemos estar al corriente. Obviamente, una pequeña mentira, llevará a otra más grande y así sucesivamente... hasta que nos sorprenden.

Al inventar defectos o hacerlos más grandes en una persona, ocultamos el enojo o la envidia que tenemos. Con aires de ser "franco" o "sincero", decimos con facilidad los errores que comenten los demás, mostrando lo ineptos o limitados que son.

No todo esta en la palabra, también se puede ver la Sinceridad en nuestras actitudes. Cuando aparentamos lo que no somos, (normalmente es según el propósito que se persiga: trabajo, amistad, negocios, círculo social...), se tiene la tendencia a mostrar una personalidad ficticia: inteligentes, simpáticos, educados, de buenas costumbres... En este momento viene a nuestra mente el viejo refrán que dice: "dime de que presumes... y te diré de que careces"; gran desilusión causa el descubrir a la persona como era en la realidad, alguna vez hemos dicho o escuchado: "no era como yo pensaba", "creí que era diferente", "si fuese sincero, otra cosa sería"...

Cabe enfatizar que "decir" la verdad es una parte de la Sinceridad, pero también "actuar" conforme a la verdad, es requisito indispensable.

El mostrarnos "como somos en la realidad", nos hace congruentes entre lo que decimos, hacemos y pensamos, esto se logra con el conocimiento y la aceptación de nuestras cualidades y limitaciones,

En ocasiones faltamos a la Sinceridad por descuido, utilizando las típicas frases "creo que quiso decir esto...", "me pareció que con su actitud lo que realmente pensaba era que ..." ; tal vez y con buena intención, opinamos sobre una persona o un acontecimiento sin conocer los hechos. Ser sincero, exige responsabilidad en lo que decimos, evitando dar rienda suelta a la imaginación o haciendo suposiciones.

Para ser sincero también se requiere "tacto", esto no significa encubrir la verdad o ser vagos al decir las cosas. Cuando debemos decirle a una persona algo que particularmente puede incomodarla (pensemos en cosas como: su modo de vestir, mejorar su lenguaje, el trato con los demás o la manera de hacer y terminar mejor su trabajo), primeramente debemos ser conscientes que el propósito es "ayudar" o lo que es lo mismo, no hacerlo por disgusto, enojo o porque "nos cae mal"; enseguida encontrar el momento y lugar oportunos, esto último garantiza que la persona nos escuchará y descubrirá nuestra buena intención de ayudarle a mejorar.

En algún momento la Sinceridad requiere valor, nunca se justificará el dejar de decir las cosas para no perder una amistad o el buen concepto que se tiene de nuestra persona. Si por ejemplo, es evidente que un amigo trata mal a su esposa o a sus empleados, tenemos la obligación de decírselo, señalando las faltas en las que incurre y el daño que provoca, no solamente a las personas, sino a la buena convivencia que debe haber.

La persona sincera dice la verdad siempre, en todo momento, aunque le cueste, sin temor al qué dirán. Vernos sorprendidos en la mentira es más vergonzoso.

Al ser sinceros aseguramos la amistad, somos honestos con los demás y con nosotros mismos, convirtiéndonos en personas dignas de confianza por la veracidad que hay en nuestra conducta y nuestras palabras. A medida que pasa el tiempo, esta norma se debe convertir en una forma de vida, una manera de ser confiables en todo lugar y circunstancia.

17 de diciembre de 2009

-¡EL EFECTO PUBLICITARIO!




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¡EL EFECTO PUBLICITARIO!

Los seres humanos, somos proclives a adquirir, lo que realmente no necesitamos. Nos dejamos influenciar por las emociones y muchas veces sin preveer consecuencias nos enamoramos de algo que a través de la publicidad o propaganda nos inducen a consumirlo, luego que nos intoxicamos con ello le queremos echar la culpa a terceros.

¿Que nos ocurrió en esta ocasión? Bueno, que una mayoría nos dejamos influenciar por lo que nos vendían y compramos un producto malo. Como éste no resultó como esperábamos, ahora deben ser o los políticos o los militares los que nos deben sacar del paquete.

En el 98 los políticos nos brindaron una opción diferente y la rechazamos. Los militares no sufragaban para entonces. Para el año 2000 los políticos nos brindaron una segunda opción y la rechazamos nuevamente. Igual ocurrió en el 2006, tercera oportunidad y la volvimos a ignorar. ¡Ah! pero ahora que ese mal producto nos tiene al borde de la desesperación y la locura pretendemos que sean los políticos o los militares los que nos resuelvan el problema que nosotros nos dimos.

Ahora mismo, se acercan unas nuevas elecciones y se hacemos una evaluación de nuestro comportamiento, estamos demostrando que deseamos continuar soportando esta pesadilla. Lo que pueda resultar mal posteriormente podemos resolverlo dentro del marco de las libertades democráticas y el estado de derecho Esta es una lucha entre democracia y comunismo, los demócratas debemos acudir a votar; al no hacerlo le hacemos el juego a
Hace 515 años llegaron a este continente sus descubridores. De hecho, se hicieron a la vez conquistadores, y los muy pillos comenzaron a comerciar con los ingenuos aborígenes de la época. Les cambiaban diferentes tipos de bisutería por oro, diamantes, perlas y todo tipo de riqueza mineral existente. No contentos con ese robo, los hacían trabajar como esclavos.

Pero estos individuos se encontraron con el continente en forma casual, ni los llamaron, ni lo buscaron. Hoy la historia se repite pero en forma invertida. Los aborígenes les ruegan a los comunistas rusos que vengan en sus barcos para que no metan miedo, para darle nuestros dólares a cambio de la chatarra que le venden a los no ingenuos, sino serviles indios que despotrican del imperio yanqui, pero se solazan alabando las virtudes del imperio hijo de Putin. 515 años después se vuelve a escribir otro capítulo de la historia, pero de forma invertida ¡Quién podía pensarlo!

Luís Varela Luzardo

¡LAS MENTIRAS DE LA HISTORIA



¡LAS MENTIRAS DE LA HISTORIA!

El rencor es un sentimiento que lo mantienen las personas que por temor no exteriorizan las causas que lo han creado. Yo, y le doy gracias a Dios no por que sea valiente pero si tengo el coraje de expresar lo que siento y lo hago de manera que me libere espiritualmente de lo que pueda sentir, negativa o positivamente, pero tratando en lo posible evitar que al drenar mis sentimientos se afecten terceras personas.

Por esta razón como analizo antes de lanzar lo que expreso, soy de los que no utilizo el “Disculpe” o “Perdone” pues esas son la muletillas de los inseguros o de los que lanzan al boleo cualquier expresión ofensiva para terminar dando disculpas.

hay una expresión por allí que dice: “No hay muerto malo, ni novia fea” Esa es una expresión dicha por un tremendo hipócrita. Para mi malo es malo vivo y después que se muere. Si mi enemigo es bueno, no importa que sea mi enemigo. ¡Es bueno! Si un hijo mío es malo, no importa que sea mi hijo ¡es malo!

Ahora si usted es de los que creen en la historia no lo culpo, tiene razón en creer todo lo bueno que es lo que nos hacen creer. A mi me hicieron creer durante muchos años que Bolívar libertó a Venezuela con la supuesta Batalla de Carabobo. Pero, si después que se fue Bolívar de Venezuela, ocurrieron 72 batallas más para arrojar a los españoles del país, ¡Eso no puede ser verdad!

Que Bolívar traicionó a Miranda, entregándolo a los españoles a cambio de un pasaporte para salir del país. ¡Eso no lo dice la historia! Que El Almirante José Padilla el héroe de la batalla del Lago de Maracaibo, la que de verdad selló la independencia de Venezuela, que por cierto era colombiano, se fue a unirse a las tropas de Bolívar en la nueva granada y Bolívar lo mandó a fusilar acusándolo de traidor. ¡Eso no lo dice la historia!

Los que ostentan el poder son proclives a catalogar de traidores a los que difieren de sus ideas y si no que nos lo pregunten a nosotros, a los que ya no encuentra el emperador que otro calificativo endilgarnos, y no nos ha mandado a fusilar porque estamos viviendo en el siglo 21 pero ganas no debe faltarle.

LE OBSEQUIO ESTE PEQUEÑO PASAJE.

Llegó el día en que se tendió un negro manto; ante los ojos de Padilla se ven pasar la injusticia de una culpa lanzada por sus compañeros. No supo defenderse porque desconocía la lisonja y la intriga. A las once y media de la mañana del funesto 2 de octubre de 1828, Padilla era fusilado en la Plaza de la Constitución (hoy Plaza de Bolívar), pero esa misma frente castigada por la infamia de sus antiguos compañeros de armas, se alza hoy revindicada por un juicio de edades y muestra a la posteridad cómo se cometió un crimen de Estado. La Convención de la Nueva Granada en noviembre de 1831 rehabilitó su memoria a nombre del pueblo colombiano.



Luís Varela Luzardo

¡PORTA TODAS ESTAS PATOLOGÍAS!



¡PORTA TODAS ESTAS PATOLOGÍAS!

De acuerdo al manual de diagnóstico de enfermedades mentales (DSM-IV) la palabra loco demente o lunático, ya no se emplean por ser vocabularios genéricos, que no definen enfermedades o trastornos específicos, aparte de que pueden sonar ofensivos o peyorativos.

La persona que injustificadamente se preocupe, excesivamente de que le van a hacer daño, que duda de su entorno, que siente duda acerca de la lealtad, los siquiatras llaman a estos síntomas: Trastorno Paranoide.

Cuando viola los derechos de otros sin adaptarse a las normas legales, miente, engaña y manipula, es arrogante, competitivo, es mal perdedor y actúa creyendo que el mal justifica los medios, la siquiatría lo denomina: Trastorno Disocial o Antisocial.

Cuando una persona requiere compulsivamente ser centro de atención y es profundamente egocéntrica, el término es: Trastorno Histriónico de Personalidad.

Cuando la persona tiene necesidad de admiración y auto enamoramiento, fantasía de ser exitoso, poder absoluto, creer la necesidad de hablar extenso con detalles inmorales, no es “lunático” es “narcisista” Padece de Trastorno Narcisista.

Los ataques de ira por episodios coléricos y violentos, donde no pueda controlar los impulsos de ferocidad y falta de control mental y emocional, no se le dice desquiciado, padece de Trastorno Explosivo Intermitente.

La esquizofrenia es un trastorno psiquiátrico grave que hace perder contacto con la realidad. Los trastornos esquizofrénicos se caracterizan por una profunda discontinuidad del pensamiento y la percepción que afecta los atributos básicos del ser humano, incluidos el lenguaje, la percepción y el sentido del yo.

La esquizofrenia pertenece a un grupo de enfermedades mentales afines denominadas psicosis. Estos trastornos pueden ser graves y prolongados, y tienen patrones de aparición y desenlace clínico muy diferentes. La inteligencia y la consciencia no siempre se ven afectadas por estos trastornos, si bien con el tiempo pueden aparecer determinados deterioros cognitivos. Se puede perturbar la percepción, la persona se puede volver extremadamente desconcertada, puede tener un pensamiento vago y poco claro, y la manera de expresarse verbalmente con frecuencia se torna incomprensible.

El trastorno bipolar es una clase de trastorno del estado del ánimo. El estado de ánimo se puede dividir, en términos generales, en trastorno unipolar y bipolar.
El trastorno bipolar (previamente denominado “enfermedad maníaco depresiva”) es una enfermedad psiquiátrica relativamente común y crónica en virtud de la cual el paciente sufre episodios de manía y depresión, normalmente con períodos intermedios de estabilidad relativa del estado de ánimo.

El trastorno bipolar se relaciona con dificultades cognitivas y conductuales y, en casos graves, puede aparecer psicosis en los estados maníacos y depresivos. Tiene profundos efectos negativos en las consecuencias interpersonales, sociales, familiares y vocacionales.

1 autoestima aumentada o sentimientos de grandeza.

2 actividad laboral frenética y más exteriorización verbal.

3 menos necesidad de dormir.

4 fantasías o pensamientos acelerados, baja concentración conducta impulsiva.

El trastorno de pánico (TP) es una clase de trastorno de ansiedad que se caracteriza por episodios recurrentes de ataques de pánico y la adquisición de miedo, preocupaciones y ansiedad respecto de futuros ataques, junto con determinados síntomas físicos.

Los ataques de pánico se caracterizan por los distintos períodos repentinos e inesperados de intenso miedo, nerviosismo o aprehensión, terror, pánico inquietud.
No creo que haya alguien en Venezuela que pueda sufrir todas estas patologías. ¿Verdad? ¡O Sí!

Luís Varela Luzardo.

¡EL ESTADO PATERNALISTA!

EL ESTADO SOY YO
¡EL ESTADO PATERNALISTA!

Las cacareadas misiones son solo Ministerios paralelos para hacer política barata y vulgar populismo, ya que si el dinero que allí se invierte y que de paso gran parte se roban, se les proporcionara a los Ministerios correspondientes pudiera aprovecharse la infraestructura de estos y se diluye en menor proporción el presupuesto.

Es una descomunal mentira cuando se dice que las clase humildes no tenían la oportunidad de asistir a una universidad, lo digo con conocimiento de causa pues siendo yo una persona de muy, pero muy menguados recursos, con una formación intelectual y profesional casi en cero y como único ingreso mi trabajo manual, nada técnico y con sueldos mínimos, levante una familia de cinco hijos tres varones y dos hembras y logre hacer a todos profesionales universitarios gracias a las oportunidades que el estado venezolano me brindó. Responder a este reto me llevó a suprimirme de todo absolutamente todo, lo que la gran mayoría que puede, disfruta.

Pero hay algo que es muy importante destacar; gran parte de los venezolanos los que por circunstancias de la vida hemos cabalgado sobre la bestia de la pobreza, pensamos no solo con igual pobreza sino de forma miserable.

Me explico; No tenemos los hijos que podemos mantener dignamente, (y en este caso yo me incluyo, se me fue la mano y lo reconozco, pero respondí con honor) pero aparte de esto tenemos 3 y hasta 4 frente sentimentales aparte del hogar, no dejamos de jugar a los caballos, somos adictos a las loterías, nos bebemos por lo menos dos cajas de cerveza los fines de semana con los amigos, pero pretendemos que sea el estado que nos cubra todas nuestra necesidades, en fin no hacemos nada por superarnos en la vida. O sea que nos hemos convertido en parásitos de la sociedad y esa situación nos carga de resentimiento hacia los que honestamente y con esfuerzo logran superarse en la vida.

Luís Varela Luzardo