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4 de octubre de 2009




¡ASÍ LO CREO!

Las personas que de alguna manera rechazan la homosexualidad no es que sufren de homofobia como muchos lo expresan y que es el término que esta de moda, lo que ocurre es el marcado exhibicionismo que están demostrando cada día los colocan al margen de la decencia y de la moral. Muchos defienden su actitud aduciendo que cada ser humano es libre de hacer lo que desea; eso es verdad, pero ese derecho se termina cuando se rebasa lo que la sociedad decente establece como permitido y allí intervienen las normas, regulaciones y leyes.

De ser absolutamente cierto lo que expresan en la defensa de sus derechos pudiera tener pertinencia igualmente para los violadores, los asesinos, los ladrones, los corruptos los drogadictos y todos aquellos que de alguna manera se colocan al margen de la ley, puesto que estos también cometen sus delitos porque es lo que desean. Si el problema es hormonal, la carencia de estas no les autoriza para que se degeneran como seres humanos y se exhiban sin el más mínimo recato y decencia. ¡Es preferible ser y no parecer. Que parecer y no ser!

Luís Varela Luzardo

¡COMO NUTRIR A UN EGÓLATRA!


¡COMO NUTRIR A UN EGÓLATRA!

Para los ególatras su mejor medio de subsistencia es la aceptación buena o mala. No les importa sino ser tomados en cuenta, que hablen de ellos sea bien o sea mal. Si a estas lacras se les ignora les aseguro que se inoculan su propio veneno. Pero son los mismos medios de comunicación, quienes les proporcionan su sustento, puesto que para lo más nimio, que alguno de ellos diga o haga, lo masifican en extremo y eso es el fertilizante para que su ego se crezca. Cualquier manganzón de estos reciben tribuna en forma desproporcionada.

Si los medios de comunicación se limitaran solo a cubrir lo institucional, ignorándole sus estupideces les aseguro que se suicidan. ¡Ah! Y esto va también con nosotros los “escribidores” de soluciones salomónicas para el arreglo del país, ¡Que hablamos pistoladas! Claro, nos hacemos eco de lo que vemos, escuchamos y leemos, y de allí en adelante no nos para nadie.

“No importa que hablen mal de mi, lo importante es que hablen”

Luís Varela Luzardo

¡EL CELIBATO!


¡EL CELIBATO!

El celibato, es una imposición y se hace presente porque en la edad media la iglesia católica tuvo en sus manos el control de la economía feudal y desde el siglo VIII los monasterios se constituyeron en las mas avanzadas firmas de la industria y el comercio y en pocos años acumulaban e incrementaban tierras y fortunas, las cuales debían ser preservadas para la institución.

Por supuesto que la mejor manera de garantizarlo era imponiendo el celibato, o sea que los sacerdotes profesaran votos de castidad perpetua y así no tuvieran una descendencia a quien heredar dichas posesiones conseguidas en años de trabajo y plegarias entre los fieles. Así en el Concilio de Trento (1545 - 1563), se estableció de manera definitiva el celibato sacerdotal obligatorio, en respuesta a la reforma protestante que permitía y hasta promovía, el matrimonio de los sacerdotes.

Sabemos una gran mayoría, que esto es una descomunal aberración y que a estas alturas ese adefesio debería estar abolido, puesto que solo ha traído una gran desmoralización en el seno de la iglesia, ya que algunos sacerdotes desprovistos de la más elemental ética se convierten en contumaces fornicadores y pedófilos no solo burlándose, no de Dios, ya que no fue Él quien se lo impuso, si no de un juramento hipócritamente hecho, ya que lo verdaderamente honesto es no aceptar lo que no se está en capacidad de cumplir.

Y peor aún, se burlan de sus feligreses, de los que buscan en hipócritas prédicas el fortalecimiento de la moral individual, cuando la verdad es que con sus honorables excepciones son unos vándalos, falsos y sinvergüenzas.

De haberse negado a aceptar esa arcaica imposición, hubiera creado un cisma dentro de la iglesia por la carencia de sacerdotes y sus jerarcas se hubieran visto en la necesidad de considerarla y por consiguiente no se estuvieran presentando estos escándalos que cada día se hacen más recurrentes.

¡Cuando una persona no es capaz de respetarse a sí mismo, jamás puede llegar a respetar a los demás!

Luís Varela Luzardo

¡HIPOCRESÍA


¡HIPOCRESÍA!

Un hipócrita es alguien que esconde sus intenciones y verdadera personalidad. Consiste en mostrar lo que se desea aún considerando que lo que expresa no es en realidad lo que siente y piensa. El hipócrita condena lo que él hace o siente pero pretende aparecer ante la sociedad como los opuestos a determinado concepto aplicando otro adjetivo que al analizarlo solo es un cambio semántico.

Por ejemplo: El que ante los demás solo por apariencia se escandaliza porque alguien le diga negro a un negro, le recrimina su actitud y lo catalogan de racista y les corrigen el calificativo por el de: “persona de color” o “afrodescendiente” Si la persona aludida por su detractor le preguntara: ¿De color qué? ¿No tendría que contestarle? ¡De color negro! ¡O es que le debe colocar adornitos a la respuesta! Ser afrodescendiente no necesariamente tiene que ser un negro, o es que acaso no existen personas con otros matices de piel nacida en ese continente. Además pienso que debería ser de satisfacción y dignidad para las personas de raza negra el que se les reconozca tal como son por ser de acuerdo a las investigaciones antropológicas realizadas: ¡Las raíces de la humanidad!

Lo que si es verdad, es que si a un individuo se le tilda de negro no debe sentirse ofendido puesto que es negro; en todo caso se ofende más a una persona de matiz de piel clara cuando se le dice blanco porque que yo sepa literalmente hablando no existe ningún ser humano blanco a no ser que se aplique ese color en su piel. Blanco es el fondo donde escribo este tema y alguien puede decirme: ¡Donde encontrar a un ser humano de este color!

Lo mismo ocurre con el término. “inválido” “adj. Dicho de una persona: Que adolece de un defecto físico o mental, ya sea congénito, ya adquirido, que le impide o dificulta alguna de sus actividades”. Se escandalizan de una manera grotesca porque no es correcto, hay que decir “discapacitado” porque el término anterior es un calificativo desconsiderado e irrespetuoso. ¡Ah! Pero “discapacitado” significa: “adl. Dicho de una persona: Que tiene impedida o entorpecida alguna de las actividades cotidianas consideradas normales, por alteración de sus funciones intelectuales o físicas. En estos dos ejemplos existe un comportamiento no solo generalizado, si no institucionalizado de hipocresía.

Claro, existe la nefasta hipocresía de individualidades o de grupos, que tiene su incubación en la relación de la sociedad y sus integrantes.

Hipocresía, envidia, deshonestidad y la arrogancia son los cuatro jinetes del Apocalipsis, procuremos evitar ser sus cabalgadura.

Luís Varela Luzardo