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3 de octubre de 2009


¡MEJOR NO LO PUEDES ESTAR HACIENDO!


En el año 1961 se realizo en Venezuela el III Censo Nacional Agropecuario. Para esa época me desempeñaba como funcionario al servicio del Estado, específicamente en el Ministerio de Agricultura y Cría Región Zuliana, donde ostentaba el cargo de Inspector de Pesca y Caza.

El Estado recurrió a conformar el personal requerido para tal evento sustrayéndolo de dentro de sus propios funcionarios, en su gran mayoría. Por supuesto que a estos se les solicitaba su colaboración puesto que no serían beneficiados económicamente con alguna cifra adicional dado el estado de postración económica que el país había quedado luego de la caída de la dictadura. Solo se contaría con una dieta para viáticos y la dotación del transporte correspondiente.

Fui requerido para participar y gustosamente acepté, pero debía asistir a un curso que a la vez yo debía dictar a los empadronadores en el lugar o en la zona donde el evento me tocara realizar.

Esperé el llamado y éste nunca se produjo. Pasaron tres semanas, y un día viernes por la tarde, fui llamado a la oficina del funcionario que me había solicitado la participación en el censo y me recibió con estas palabras.-

-Luís, estoy muy apenado contigo, por no haberte llamado a participar en el curso, para el censo.

Le dije.- No se preocupe, eso significa que no fui necesario.

-No, lo que ocurrió fue lo siguiente, tú sabes que nunca faltan los recomendados y uno de estos apadrinados te dejo fuera. Pero el problema es que esa persona cuando se enteró para donde sería enviado ahora se niega a viajar, por tratarse una zona extremadamente peligrosa.

Le dije, bueno, pero habrá otros que quieran hacerlo.

-No desgraciadamente nadie acepta ir a esa zona, se trata de San José de Perijá y el problema es que esa región esta infectada de aborígenes salvajes, por lo menos es lo que se dice. Necesito que me ayudes en este problema.

-Le dije, mire doctor, para serle franco yo de valiente nada tengo y como intuyo lo que trata de solicitar de mí, solo me resta decirle que el buen soldado ni se ofrece ni se niega y yo aún no estando en el servicio militar me considero un soldado que en este momento me requiere la patria, y es mi deber dar un paso al frente si es que ella me necesita.

Me alegra que me digas eso, y levantando de sobre su escritorio una carpeta como con 200 folios en su interior me dijo: Aquí está contenido el curso que se dictó y que se dio en dos semanas y debes comenzarlo a dictar a tu personal de apoyo a partir del lunes a las 8.00 de la mañana en el Colegio tal, en San José de Perijá. Son 20 tus participantes.

Me hizo entrega del libro, de las llaves de un rústico, un adelanto de mi primera quincena de viáticos, las gracias por haberlo sacado del atolladero y me agregó. Tienes 48 horas para que asimiles lo máximo que te sea posible lo que debes trasmitir. El curso que vas a dictar tiene igualmente dos semanas de duración.

Se logró realizar la actividad, nos mantuvimos en un riesgo permanente durante dos meses de trabajo de campo, fuimos atacados cuatro veces por indios o por bandoleros, también muy proclives en la región. No existían carreteras, nos trasladábamos por trillas o recuas, donde solo era posible hacerlo con los vehículos rústicos. Comíamos enlatados, dormíamos a la intemperie a veces en las fincas, que no eran tales sino especie de bohíos inmensos con paredes de troncos de palmas con hasta 50 Cmts. de espesor y no le permitían a nadie salir después de las 5 de la tarde para evitarle ser flechado por lo indios.

Pero mi idea al echar este cuento no tiene otro objetivo si no el manifestarme negativamente contra lo que de la manera mas criminal e irrespetuosa se viene cometiendo contra los hombres del campo, cuando se les despoja de sus bienes adquiridos con tan sublime y corajudo esfuerzo, si no por los que hoy día ostentan esos bienes lo fue por sus ascendientes que debieron enfrentar con estoicismo los embates de la naturaleza, las criminales emboscadas, la carencia de alimentos, el abandonar a sus familias para adentrase hacia aquellas agrestes regiones a buscar progreso y un futuro digno para su familia.

Y todo lo logrado, se desploma como un castillo de naipes cuando un resentido, cargado de odio haciendo alarde de irracionalidad reparte lo que tanto esfuerzo costó, a una horda de miserables que no saben ni siquiera como pare una gallina o si los cerdos ponen huevos.

¿Por qué no empieza entregándoles un hacha, un pico y una pala, o un tractor si lo desea y 10,15 o 20 hectáreas de bosque, para que sientan lo que cuesta lograr algo con esfuerzo. Es muy fácil obtener aplausos y vítores siendo generoso regalando lo que otros lograron obtener con honestidad y sacrificio.

Que conste que la única tierra que poseo es la que he pagado a plazos en el cementerio donde han de reposar mis restos.

Luís Varela Luzardo

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